ANTIGUO HOSPITAL GENERAL DE VALENCIA. (Calle del Hospital, 13)

 
En la época medieval el concepto de hospital era distinto a como lo entendemos en la actualidad. El nombre de hospital proviene del latín «hospitalem» que quiere decir albergue. Era por tanto el hospital una institución o casa encargada no sólo al cuidado médico sino también dedicada a acoger personas sin recursos, niños huérfanos, peregrinos y naturalmente enfermos. El cuidado no se limitaba al aspecto médico, se dedicaba especial dedicación al sustento tanto espiritual como material. Es por eso que los hospitales eran fundaciones mayoritariamente religiosas y posteriormente de carácter civil y benéfico. Normalmente contaban con dos galerías una para hombres y otra para mujeres y casi todos los hospitales contaban con camas, capilla y cementerio propio. A partir del siglo XIV se institucionaliza la figura del visitador médico.
El origen del Hospital General hay que buscarlo en el antiguo Manicomio u Hospital que fundara en 1409 fray Joan Gilabert Jofrè con el nombre de «Hospital de Ignoscents, Folls e Orats». Fue el primer manicomio que se construyó en Europa y se encontraba en las proximidades del antiguo Portal de Torrent de las murallas de Valencia, en el barrio de Velluters.
Según cuenta la historia el padre mercedario fray Joan Gilabert Jofré, se dirigía un 24 de febrero de 1409 a la Catedral de Valencia para realizar el sermón del primer domingo de Cuaresma, cuando de camino se encontró a unos niños que apedreaban y atacaban a unos pobres locos. El fraile salió en defensa de los dementes y al llegar a la Catedral realizó un sermón en favor de los locos y furiosos que vagaban por la ciudad y no tenían asistencia alguna.
«en la present ciutat ha molta obra pia e gran caritat e sustentació: empero una hi manca, qui es de gran necesitat, ço es un hospital o casa hon los pobres ignoscents e furiosos fosen acullits. Car molts pobres ignocens van per aquesta ciutat, les quals pasen grans desaires de fam, fret e injuries. Per tal, com per sa ignoscencia e furor no saven guanyar ni demanar lo que han menester per sustentació de llur vida; e per ço dormen per les carreres e pereixen de fam e de fret, e moltes malvades persones, no havent Deu davant les ulls de sa consciència, los fan moltes injuries e enuigs; e moltes malvades persones, no havent Deu davant, senyaladament ahon los troben adormits los nafren alguns, e a algunes fembres ignoscens ahonten. E aixi mateix les pobres furiosos fan dany a moltes persones anants per la ciutat, e aquestes coses son notories a tota la ciutat. Per que seria sancta cosa e obra molt sancta que en la ciutat de Valencia fos fet una habitació o hospital en que semblants folls e ignocens estiguesen de tal manera que no anassen per la ciutat, ni poguessen fer dany n’ils ne fos fet» (Libro Viejo de las Constituciones del Hospital General)
traducción: «En la presente ciudad hay mucha obra pía y de gran caridad y sustentación; pero aún falta una, que es de gran necesidad, cual es un hospital o casa donde los pobres inocentes y furiosos sean acogidos. Porque muchos pobres inocentes y furiosos van por esta ciudad, los cuales pasan grandes desaires de hambre, frío e injurias. Por tal, como por su inocencia y furor no saben ganar ni pedir lo que han de menester para sustentación de su vida, por lo que duermen por las calles y perecen de hambre y de frío, muchas personas malvadas, no teniendo a Dios ante los ojos de sus conciencia, les hacen muchas injurias y daño, y señaladamente allá donde les encuentran dormidos los vejan y matan a algunos y a algunas mujeres avergüenzan. Asimismo, los pobres furiosos hacen daño a muchas personas que van por la ciudad. Estas cosas son notorias a toda la ciudad, por lo que sería santa cosa y obra muy santa que en la ciudad de Valencia fuese hecha una habitación u hospital en que semejantes locos e inocentes estuviesen de tal manera que no fuesen por la ciudad ni pudiesen hacer daño ni les fuese hecho».
Al momento un comerciante de nombre Lorenzo Salom transmitió a diez mercaderes de Valencia, el mensaje que el padre Jofré había lanzado y al poco tiempo ofrecieron su apoyo para fundar un hospital que atendiera a esta clase de enfermos. Con esta acción nacería el primer hospital de locos o manicomio del mundo. Los nombres de los diez primeros benefactores son conocidos: Ferran Garcia, en Joan Armenguer, Francesc Barceló, Pere Zaplana, Jaume Dominguez, Esteve Valencia, Sanç Calvo, Bernat Andreu, Pere Pedrera y Pere de Bonia, además del propio Lorenzo Salom.
En la Edad Media la ciudad de Valencia contaba con numerosos hospitales de modesta capacidad fundados por piadosos burgueses, ordenes hospitalarias o por disposición real, y que se dedicaban al socorro de pobres y enfermos. Estos hospitales eran pequeños, algunos de ellos con solo cuatro o cinco camas y con escasos recursos.
Los hospitales que se podían encontrar en la ciudad por aquel entonces eran:
siglo XIII
• Hospital de «Sant Vicent» fundado en 1238 por el rey Jaime I para el cuidado de los peregrinos bajo la advocación original de Santa María Magdalena. Situado en el Monasterio de San Vicente de la Roqueta
• Hospital de Sant Joan de Jerusalem fundado en 1250 por la Orden de San Juan del Hospital para atención a peregrinos
• Hospital de Sant Guillem fundado en 1252 por Guillem Escrivá para la atención de pobres y enfermos. El hospital estaba al cuidado de los monjes trinitarios. En 1445 el monasterio es cedido a las monjas clarisas y desaparece el hospital. En la actualidad sobre su emplazamiento se encuentra el Monasterio de la Trinidad.
• Hospital de «Sant LLátzer» (San Lázaro) fundado en 1240 en la calle Murviedro (hoy Sagunto) para atención a leprosos y enfermos contagiosos.
siglo XIV
• Hospital de Santa Llucia o de la Reina fundado en 1310 por la Reina Constanza de Suabia (esposa de Pedro III el Grande) para huérfanos y expósitos. Situado cerca delConvento de San Francisco (hoy plaza del Ayuntamiento).
• Hospital En Clapers fundado en 1311 por Bernat des Clapers y situado al comienzo de la calle Sagunto. Dedicado al cuidado de enfermos y expósitos. Desapareció en el siglo XVI al unirse en 1512 al Hospital General.
• Hospital de Santa Maria o de «En Beguins» fundado por Ramón Guillem Catalá en 1334. Estaba situado frente a la actual Parroquia de San Agustín (a la entrada de la calle San Vicente). En él se recogían los ermitaños que poblaban las diferentes ermitas situadas extramuros de la ciudad cuando enfermaban o cuando pasaban necesidades. Las personas recogidas en el hospital eran llamados beguines de donde procede su nombre. «Beguin» es una palabra de origen alemán, su correspondiente en castellano sería beato.
• Hospital de Santa María de Roncesvalles Fundado por la Orden del Hospital en 1316, estaba situado en la calle San Jaime cerca de la Cofradía de San Jaime.
• Hospital En Soler fundado en 1376 por Berenguer Soler, acogía a peregrinos. Estaba situado cercano al portal de N´Avinyó (en la calle Aparisi y Guijarro).
• Hospital D’en Conill, de San Miguel o de Menaguerra, fundado por el boticario Francesc Conill en 1393 para la atención a peregrinos. Se encontraba situado al final de la calle Carniceros cerca de la Puerta del Cojo. De este antiguo hospital nos queda una ménsula en piedra (35x73x40 cm.) con los escudos de la familia Conill que se encuentra en elMuseo de Bellas Artes de Valencia. También se le conoce de Menaguerra, porque Juan Menaguerra (Juan de Mena Guerra) estuvo casado con una hermana de Francesc Conill y como administrador que era del hospital, por su nombre se le conoció. En 1847 se incorpora al Hospital General. En 1872 debido al estado de ruina del edificio, el mismo se derrumbó y sobre sus ruinas se levantó posteriormente diversos edificios entre ellos el cine Colón.
• Hospital de «Sant Antoni Abad» fundado en 1340 por la Orden de San Antonio para enfermos de ergotismo (enfermedad causada por la ingesta del hongo del cornezuelo de centeno). Esta enfermedad era conocida como «mal de los ardientes» o «fuego maldito». El hospital se situaba junto al antiguo camino de Barcelona, en la calle Sagunto, donde hoy se encuentra la Iglesia de San Antonio Abad y el Colegio de los Salesianos.
• Hospital de En Bou fundado en 1399 por Pere Bou para la atención a pescadores enfermos. Se encontraba cerca de la Puerta de Ruzafa, en el cruce del actual Paseo de Ruzafa y la calle Colón. Sobre su solar se construiría hacia 1908 el hoy desaparecido Teatro Eslava. Se conserva una foto con su fachada de arcos apuntados.
• Hospital de Sacerdotes Pobres www
siglo XV
• Hospital En Guiot fundado en 1458 por Francesc Guiot para acoger a pobres y necesitados. Estaba situado en la huerta de Ruzafa.
• Hospital En Sorell fundado por Tomás Sorell; se encontraba en la actual plaza Beneyto i Coll, 3.
• Hospital dels Folls fundado en 1409 a iniciativa de fray Gilabert Jofré dedicado al cuidado de los locos (folls)
El 19 de marzo de 1409 Llorenç Salom y sus diez compañeros compran una casa en los terrenos donde hoy día se ubica la Biblioteca Pública (antiguo hospital general) y al año siguiente comienza a funcionar como hospital. El 15 de marzo de 1410 el rey Martín I el Humano desde su residencia de Barcelona autoriza las nuevas constituciones del hospital (Spital de Ignoscens, Folls e Orats) ya que hasta entonces se regían por unas provisionales, también el papa Benedicto XIII expide en Barcelona el 26 de febrero de 1410 la bula de fundación del hospital (Super Hospitali Innocentum) bajo el patronazgo de los Santos Inocentes Mártires, autorizando la creación de una capilla, un cementerio y una capellanía que tuviese a su cargo la administración de los sacramentos a los enfermos del naciente hospital.
Los orígenes del Hospital fueron modestos, pues su mantenimiento corría a cargo de los fundadores y de las limosnas. No obstante durante este periodo pudo construirse la puerta gótica que aun se conserva y que hacía de entrada principal al hospital. El 11 de marzo de 1413 mosén Juan de Rodella expone la idea de creación de una cofradía que se encargara del mantenimiento y búsqueda de limosnas para el sostenimiento del Hospital. La idea cristalizará el 29 de agosto de 1414 cuando el rey Fernando de Antequera autorice en Morella (Castellón) el privilegio de fundación de la Cofradía de «Nostra Dona Sancta María dels Ignoscents», entre cuyos objetivos se encontraba, la asunción del costo del mantenimiento del hospital, ayudar y servir a los dementes, enterrar los cadáveres de los ajusticiados y los desconocidos y acompañar a los reos de muerte hasta el cadalso. Con el tiempo se irían asumiendo más obligaciones: amparar a los desamparados, a los niños expósitos, presos, dotar a doncellas pobres y proteger a las «fembres pecatrius del bordell» (prostitutas). El 29 de agosto de este mismo año de 1414, Lorenzo Salom el principal de los promotores de la creación del Hospital de Folls obtiene del papa Benedicto XIII el privilegio papal de fundación de la cofradía.
El 5 de octubre de 1416, el rey Alfonso el Magnánimo firma un real privilegio autorizando la construcción de una imagen para la Cofradía y el Hospital, imagen que con el paso del tiempo será conocida como Virgen de los Desamparados. En 1417 tenemos la primera noticia de la existencia de una imagen perteneciente a la cofradía y en 1426 en uno de los inventarios de la Cofradía consta «la imatge que va sobre los cosos» (imagen que va sobre los cuerpos) en clara alusión a una imagen que se colocaba sobre los cuerpos de los difuntos. En 1451 otro inventario recoge con más exactitud dicha imagen: «Imatge de la Verge María e ab los Jhs al bras ab la creu al coll e Ignocents al peus e dos angels»
Entre los nombres de médicos que trabajaron en el Hospital destacamos a Jaume Roig entre 1463 y 1478 y a LLuís Alcanyís, que acabaría sus días en manos de la Inquisición, siendo quemado en la hoguera en 1506 junto con su esposa por judaizante.
En 1493 el Hospital dels Folls sería ampliado y reformado conformándose como un edificio de planta de cruz griega aunque no llegó a terminarse por problemas económicos. El edificio estuvo compuesto por dos enfermerías con planta de cruz griega de desigual longitud y anchura, dos pisos y cimborrio octogonal en el centro o crucero con cúpula sobre tambor, siguiendo un modelo que había surgido en el norte de Italia y que permitía separar a los enfermos según su sexo y sus dolencias, al tiempo que se podían controlar todas las salas desde el espacio central. El hospital de Valencia es el primero de España que siguió este práctico esquema. Esta distribución de planta de cruz griega se debe al arquitecto italiano Antonio Filarete quien en 1456 había diseñado el Hospeddale Maggione de Milán (Italia).
El 3 de junio de 1493, el rey Fernando el Católico firma un Real privilegio por el cual la Patrona de la Cofradía llevará a partir de ese momento como titulación la de «Nostra Dona dels Desamparats».

En 17 de abril 1512 una sentencia de Fernando el Católico decretó la unificación de todos los hospitales, creándose el Santo Hospital General de Valencia, que se ubicaría sobre nuestro hospital de locos y que englobaría todos los hospitales antes citados a excepción del hospital de leprosos (San Lázaro-Sant LLátzer) que dadas sus características actuaba de forma independiente. Recibió el nombre de General porque proporcionaba una asistencia general y el motivo de elección del hospital de locos como eje vertebrador lo fue por tratarse de un hospital bien dotado, bien gestionado, gran prestigio y con instalaciones adecuadas. Es en este momento cuando las obras en cruz que se encontraban paralizadas se agiliza y termina quedando adosado este edificio al viejo edificio medieval de locos.
De esta primera fase, anterior al gran incendio de 15 de enero de 1545 solo queda la portada gótica que hoy se conserva exenta ante la entrada. Se trata de una puerta gótica del siglo XV, compuesta por un arco conopial bajo un tejado y que alberga una imagen de la Virgen María en su tímpano vacío. La imagen copia de la original es de realización moderna ya que la anterior fue destruida.
El incendio de 1545 puso de manifiesto lo peligroso que podían resultar los techos de madera por lo que en su reconstrucción se decidió el uso de bóvedas de ladrillo en lugar de madera. La inmediata reconstrucción después del incendio respetó la misma planta cruciforme siguiendo las trazas del maestro Gaspar Gregori. Esta era una obra del renacimiento pleno, con forma de cruz griega, cada brazo es de tres naves, que se separan por robustas columnas con capiteles decorados que sustentaban bellas bóvedas vaidas de ladrillo. El conjunto se organizaba en dos pisos y en el centro el crucero cubierto con una linterna y cúpula sobre tambor octogonal daba luz al interior del recinto. Había mas de cien columnas por planta, las del piso inferior de orden compuesto y las del piso superior de orden toscano.
Esta disposición en forma de cruz es muy interesante, ya que desde el crucero se podía controlar al mismo tiempo las cuatro alas del hospital, así como que los enfermos pudieran seguir los oficios divinos en el altar de cuatro frentes situado en el centro. No conviene perder de vista que la asistencia hospitalaria llevaba implícita la asistencia religiosa.
De las dos plantas que disponía el edificio, la planta inferior estaba dedicado a las mujeres, mientras que en la superior se encontraban las hombres. En el centro del piso inferior situado como hemos dicho en el crucero, existía un retablo con cuatro altares: en el lado norte Cristo Crucificado; en el sur Nuestra Señora de los Agonizantes, en el este San Vicente Ferrer y hacia el lado oeste Santo Tomás de Villanueva. A la planta superior se accedía por una escalera situada al exterior.
La distribución de los enfermos se realizaba por «quadras» o secciones, así estaban la de Febres (fiebres), Malt de Sement (sífilis), Nafrats (heridos), y borts (niños expósitos o abandonados). Los locos (dements) estaban en edificios separados y a su vez se dividían en dos secciones, los llamados furiosos o peligrosos que estaban encerrados en habitaciones tipo celdas (gabias) y frecuentemente atados con grilletes, y los no peligrosos que tenían libertad de movimientos.
La decoración interior del hospital encuentra su mejor desarrollo en el crucero con profusión de medallones, guirnaldas, puttis, etc., teniendo como motivo central a la Virgen de la Misericordia, que cobija bajo su manto a los enfermos. El resto de la decoración se encontraba en las enjutas de los arcos, formada por diversas figuras que representaban los del piso inferior las Virtudes Teologales y Cardinales, mientras que en el piso superior la decoración representaba imágenes del Nuevo y Antiguo Testamento entre otras escenas. Las columnas de piedra que hoy podemos ver desnudas se encontraban lucidas con imitación de mármol.
Hacia 1588 se adosó otro edificio en forma de cruz, pero solo llegaron a realizarse dos brazos, esta última edificación no ha llegado hasta nosotros, pues fue demolida en la década de los años sesenta del pasado siglo XX. Muchas de las columnas que procedían de esta segunda cruz se encuentran hoy desperdigas por el jardín anexo. En 1589 se crea una sección de convalecientes. Estas nuevas salas fueron reservadas para los enfermos de sífilis (mal de sement), especialidad médica en la que el Hospital General de Valencia fue muy reconocido en toda la Península Ibérica y aún en parte del extranjero.
Con la construcción de esta segunda cruz el Hospital General de Valencia se consolida como un gran complejo hospitalario, en él podíamos encontrar enfermerías, la botica, jardines o patios, huerta, farmacia, iglesia, salas de curas, salas de enseñanza etc. y según avance el tiempo hasta la Facultad de Medicina ya en el siglo XIX.
En este momento de máximo esplendor, hacia 1749, el hospital disponía de dos entradas, ambas situadas en la calle del Hospital. La principal recaía a la plaza de la Iglesia (a los pies del templo), al Hospital de locos y a la Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados (El Capitulet). La segunda llamada del «Torno» facilitaba el acceso a las enfermerías, a la farmacia (actual Instituto Valenciano Juventud-IVAJ) con su huerto, a la primera enfermería (actual Biblioteca Pública) y a la segunda enfermería o de cirugía (actual cafetería del IVAM). Recibía el nombre de «Torno» por que estaba situada junto al torno donde eran abandonados los niños recién nacidos. Enfrente de esta puerta todavía perdura en la actualidad el nombre de la calle del Torno del Hospital.
La asistencia médica en el Hospital General era gratuita y en él sólo se ingresaba de forma voluntaria, a excepción de los locos que podían ser internados por orden municipal al igual que las prostitutas. La administración del hospital o el gobierno del mismo estaba formado por cuatro administradores civiles: un canónigo de la Catedral, uno de los diez diputados de la Cofradía de los Inocentes y dos regidores municipales. Estos elegían a un clavario que ejercía las funciones de máxima autoridad del hospital, el cargo era de duración anual y llevaba consigo la obligación de residir en el hospital. Bajo su tutela actuaban los médicos, los cirujanos y el boticario en el plano sanitario y otra serie de gentes dedicados a servicios auxiliares o complementarios.
El ingreso en el hospital como hemos dicho se realizaba de forma voluntaria, cuando ingresaban eran atendidos por el «revedor de pobres» que los alojaba en unas camas que habían en el crucero hasta que fueran confesados por un sacerdote, una vez cumplimentado este trámite era visitado por el médico o en su defecto por un ayudante médico (bachiller) o un cirujano que diagnosticaba la enfermedad y en función de la misma se le asignaba sala y cama. El «revedor de pobres» tomaba nota de la filiación del enfermo, de la sala asignada y la ropa y bienes que disponía en el momento de su llegada. El enfermo era desnudado por los serviciales y toda la ropa y propiedades quedaban en poder del hospital hasta que este salía, momento en el cual se le devolvían sus pertenencias, si el enfermo moría las prendas y el dinero quedaban en poder del hospital. Habían camas de diversos tamaños ya que era frecuente que una misma cama pudiera estar ocupada por varios enfermos, si el número de enfermos excedía de la capacidad total del hospital se usaban colchones que se extendían en el suelo. Los enfermos estaban desnudos en las camas pero en 1589 las autoridades estimaron oportuno vestirlos con un camisón.
El personal del hospital estaba formado por personal de servicio (cocineros, panaderos, labradores que se encargaban de la huerta etc), empleados de la administración, serviciales (personas sin ninguna cualificación y que estaban encargados de los distintos trabajos) y finalmente el personal sanitario formado por médicos, cirujanos y boticarios.
Los médicos se encargaban del seguimiento del enfermo, debían pasar visitas en el hospital al menos dos veces al día y no estaban obligados a vivir en el hospital como el resto del personal. Podían además compatibilizar su trabajo en el hospital con otras actividades. El boticario era el encargado de preparar las pociones recetadas por los médicos y adquirir los productos necesarios para su actividad. Los cirujanos eran los encargados de curar las heridas y efectuar las operaciones y sangrías dictadas por los médicos.
Además en el hospital trabajaban los bachilleres o estudiantes de medicina que ejercían su labor a cambio de la manutención y práctica de la medicina, y por último las damas piadosas que realizaban funciones de cuidado a los enfermos, por amor a Dios. Algunas de estas mujeres pertenecían a la burguesía valenciana.
En 1827 las monjas de las Hijas de la Caridad se hacen cargo del cuidado de los enfermos. En 1887 el hospital cambia de nombre pasando de llamarse «Hospital General» a «Hospital Provincial de Valencia» dependiente de la Diputación. En 1867 los enfermos tratados de locura son trasladados al antiguo Convento de Jesús que queda convertido en Manicomio dependiente de la Diputación Provincial, también conocido como Sanatorio Psiquiátrico Provincial. En este precario lugar permanecerían hasta que en los años setenta del siglo XX pasarían al nuevo centro psiquiátrico de la cercana población de Bétera.
El proyecto de la antigua Facultad de Medicina fue obra de Sebastián Monleón Estellés en 1875 y fue continuado a la muerte de este en 1878 por Antonio Martorell que la finalizó en 1885 con la construcción de la portada que aun persiste. El conjunto educativo fue derribado en torno a 1964, dejando su portada en el lugar como recuerdo y homenaje. Las instalaciones pasarían a la nueva Facultad de Medicina situada en la Av.de Blasco Ibáñez.
Con la inauguración el 22 de diciembre de 1962 del nuevo Hospital General situado en la Av.del cid, el gran complejo hospitalario queda vacío y abandonado. Los intereses urbanísticos entran en acción y comienzan a ser derribados los edificios, sólo la declaración del conjunto como Monumento Histórico Artístico Nacional en noviembre de 1963 logra salvar una parte de este gran centro hospitalario. Quedan en pie, parte del primer edificio cruciforme y la capilla conocida como El Capitulet, además de una serie de restos que se encuentran desperdigados por el lugar. La segunda cruz y la iglesia no pudieron salvarse.
Hoy en día el espacio que ocupaba el Antiguo Hospital General, es un gran jardín en conjunción con un parque o jardín arqueológico en donde como lugar destacado podemos citar nuestro hospital, pero que sin embargo alberga restos de otros momentos históricos de la ciudad.
En una de las entradas al jardín (por la calle Guillen de Castro) podemos contemplar la triple puerta de la antigua Facultad de Medicina, con medallones que representan a Andrés Piquer, Crisóstomo Martínez, Hipócrates y Abel Chol Chol y en segundo plano la figura sedente en piedra de Esculapio (dios de la Medicina) obra del valenciano José Aixa.
El edificio en cruz (antigua enfermería) es rehabilitada y en 1979 transformada en Biblioteca Pública de Valencia (la principal de la ciudad). La misma mantiene su característica planta en cruz griega, su crucero con cúpula y tambor octogonal, cuatro entradas, dos pisos y sus columnas que desde el siglo XVI sustentan sus bóvedas.
Otro elemento a tener en cuenta en este parque arqueológico es la capilla conocida como El Capitulet. Se trata «El Capitulet» de la primitiva Capilla de la Real Cofradía de Nuestra Señora de los Inocentes, Mártires y Desamparados, donde el pueblo valenciano por primera vez admiró y veneró la imagen original de la después conocida como Virgen de los Desamparados y en donde se instaló la Real Cofradía en 1411. Renovada por la misma corporación en 1667, la capilla fue restaurada en 1867.
Distribuida por los jardines anexos, alrededor de la Biblioteca Pública y de la Capilla del Capitulet, podemos encontrar una serie de esculturas que sirven de ornato al conjunto y jardines.
En el muro interno de la fachada principal que recae a la calle del Hospital, encontramos una lápida conmemorativa que expresa el agradecimiento de la institución a Carlos Homo Dei Moura Corte Real y Pacheco, (* Madrid 1654 † Madrid 16-01-1725), marqués de Castelrodrigo y de Almonacid, conde de Lumieres y duque de Nochera, además de virrey de Valencia entre 1691 y 1696.
El antiguo Hospital en el recuerdo

ESTACIÓN «PONT DE FUSTA». VALENCIA

En la actualidad el edificio es sede de la Policía Autonómica Valenciana.

La estación de Santa Mónica o del Puente de Madera (Pont de Fusta) (en referencia al puente que atravesaba el Turia frente a ella) se construyó en 1892 a partir del proyecto del arquitecto provincial Joaquín Maria Belda Ibañez.
En ella tenía su sede la Sociedad Valenciana de Tranvías, concesionaria de las lineas de Valencia a Llíria y de Valencia a Bétera y Rafelbunyol, promovidas a partir de 1887 y 1891 respectivamente. Aparte del intenso tráfico de personas y productos entre la ciudad y la comarca del Horta Nord, estas lineas permitieron la consolidación de zonas de veraneo en municipios como Bétera, Godella o Rocafort, de gran arraigo popular. Durante décadas, para muchos valencianos el «trenet» fue el medio habitual para desplazarse a la playa o al chalet, y la de Santa Mónica la estación de partida.

La estación de Santa Mónica es, junto con la del Norte y la desaparecida de Aragón, una de las más monumentales de las que contaba la ciudad a principios del siglo XX. Concebida como estación-termino, se desarrolla en dos alturas (la de abajo para el transito de pasajeros y la superior para administración de la compañía) con cierto aire académico. Con todo, siguiendo las pautas de este tipo de arquitecturas (eminentemente prácticas), está resuelta con sencillez, buscando la belleza arquitectónica a partir del juego de volúmenes, líneas y ángulos antes que el empleo de materiales constructivos costosos.
Frente a ella se encontraba el conocido como Puente de Madera (Pont de Fusta), en origen se trataba de una pasarela de hierro y suelo de madera de donde toma su nombre; la riada del río Turia de 1957 se lo llevó por delante y más tarde se construyó una nueva pasarela ésta toda de hierro y hormigón. En el año 2.012 se ha inaugurado un nuevo puente que en recuerdo del original se sigue llamando Puente de Madera.

La estación en el recuerdo

IGLESIA Y PALACIO DEL «TEMPLE». REAL CASA DE NUESTRA SEÑORA DE MONTESA. VALENCIA

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La Iglesia y el Palacio del Temple declarado Bien de Interés Cultural en 1978 es un conjunto formado por el Convento y la Iglesia de la Sagrada Orden y Milicia de Nuestra Señora de Montesa (Real Casa de Nuestra Señora de Montesa), aunque es conocido popularmente como Iglesia y Palacio del Temple por haber pertenecido con anterioridad a esta orden antes de su disolución en 1312. La Orden Militar de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama (Orden de Montesa) había sido autorizada por el rey de Aragón Jaime II (1291-1327) en 1317 y venía a sustituir y administrar los bienes de la disuelta Orden del Temple. 
En la actualidad el Convento es la Delegación de Gobierno en la Comunidad Autónoma, mientras que la Iglesia sigue cumpliendo su función religiosa y se la conoce como Iglesia de Santa María del Temple.
Según se cree en este lugar existió un castillo o castro romano que debía tener como principal función la protección de la ciudad frente a posibles invasores que vinieran del mar, ya que en aquella época el río Turia era navegable hasta este lugar y se hacía necesario una fortificación que protegiera la ciudad.
Los musulmanes en el siglo XI ampliaron las murallas que protegían la ciudad y construyeron sobre este lugar una puerta conocida como la puerta de «Bab ibn Sajar» y una torre conocida como de «Ali Bufat». A titulo de curiosidad y aunque no existen pruebas documentales diremos que esta puerta ha sido denominada a veces con el nombre de «Puerta del Cid» porque según se dice por esta puerta penetró Rodrigo Díaz de Vivar en la ciudad cuando se la tomó a los musulmanes.
En la toma de Valencia, el rey Jaime I el Conquistador otorgó a la Orden del Temple por Real Privilegio de 19 de noviembre de 1238, la fortaleza, torre y casas contiguas correspondientes al lugar donde fue izado el pendón real en la conquista de la ciudad (la torre de Ali Bufat), y aquí permanecieron hasta que la orden fue disuelta y su patrimonio pasó a manos de la orden de Nuestra Señora de Montesa, ya en tiempos del rey Jaime II de Aragón.
Recuerdo de estos hechos es la lápida conmemorativa que hoy ocupa una de las fachadas laterales de la iglesia y que nos relata tal circunstancia. Por encima de la lápida, la Cruz de la Orden de Montesa. El texto dice lo siguiente:
«Sitio de la torre y puerta de Bab-el-Shadchar, llamada después del Temple, donde tremoló el pendón real de la conquista en 9 de octubre de 1238. Concedida por el invicto rey don Jaime a los Templarios, conservada por la Orden Militar de Montesa y demolida para el ensanche de la ciudad en 1865. Los caballeros de Montesa para memoria»

El conjunto conventual actual fue construido entre 1761 y 1770 a petición de los monjes guerreros, por orden del Rey Carlos III (1759-1788), después de que un terremoto destruyera el 23 de marzo de 1748 el anterior monasterio situado en el Castillo de Montesa. En este lugar por aquel entonces sólo existían una serie de casas, restos de la Torre de Ali Bufat y una pequeña iglesia propiedad primero del Temple y luego de Montesa. Conviene recordar que en estas fechas el rey de España Carlos III ostentaba el titulo de Gran Maestre de la Orden de Montesa

El 16 de mayo de 1748, ya el rey Fernando VI había autorizado el traslado de la Orden a este nuevo emplazamiento pero no sería hasta los tiempos de su sucesor Carlos III cuando dieron comienzo las obras. 
El 6 de junio de 1761 se empezó la construcción de la nueva casa monacal de la Orden de Montesa. Fue obra de los arquitectos y maestros de obras valencianos Vicente Gascó Masot (1734-1802), Antonio García y Diego Cubillas siguiendo las trazas del arquitecto madrileño Miguel Fernández (fallecido en 1786), discípulo de Francisco Sabatini. Aunque este último es el que se lleva la gloria de la obra, nunca estuvo en Valencia y las obras fueron supervisadas y realizadas por los arquitectos valencianos anteriormente citados. Vicente Gascó que fue su primer maestro director abandonó las obras en 1764 sin que sepamos el motivo exacto del abandono.

El convento fue construido entre 1761 y 1767, la iglesia se demoró tres años más pues fue bendecida por el obispo auxiliar Rafael Lasala el 4 de noviembre de 1770 (día de San Carlos Borromeo y santo del Rey Carlos III) aunque las obras no estaban totalmente terminadas. En 1785 aún se construiría la Capilla de la Comunión. La fachada conventual tiene una longitud de 45 metros y la iglesia de 25, lo que deja la longitud total de su fachada principal en 70 metros.


Su diseño es de estilo neoclásico italianizante siguiendo los cánones Miguel Fernández de su maestro Francisco Sabatini. La fachada del convento se articula en entresuelo y dos pisos: el entresuelo dispone de diez ventanas adinteladas con rejas de hierro y en su centro la portada en cuyo dintel se encuentra el escudo del Convento de la Orden de Montesa. El primer piso articula once balcones herrados rematados por frontones triangulares mientras que el segundo lo hace con once balcones sencillos adintelados.

Siguiendo con la historia del edificio, durante la Guerra de la Independencia los franceses saquearon el convento y mataron a un número indeterminado de monjes, los otros fueron llevados a pie como prisioneros a Francia, pero claro está pocos fueron los que llegaron ya que la gran mayoría murieron en el camino, bien fusilados o bien de cansancio y hambre
Finalizada la guerra del francés y después de varios intentos por hacer renacer la vida monacal, el edificio fue abandonado después de la Desamortización de Mendizábal de 1835, pasando entonces a propiedad estatal y a desempeñar diversas funciones de orden administrativo o cultural, asuntos relacionados con el gobierno central o de la Diputación Provincial. De este hecho este edificio ha sido conocido como siempre y aún hay gente que lo llama Gobierno Civil, de triste recuerdo en la historia de Valencia. En la actualidad el edificio es la Delegación del Gobierno en la Comunidad Valenciana.
El 13 de febrero de 1839 se autorizó el uso del Palacio como local de reunión para «El Liceo de Valencia» sociedad cultural de fomento de las Artes, Literatura y Ciencias, grupo de intelectuales al que pertenecían Teodoro Llorente Olivares, Vicente Wenceslado Querol, el músico Salvador Giner y Vidal y otros.
En el año 1863 extinguida la sociedad del Liceo, el edificio fue utilizado por la Diputación Provincial que hasta entonces ocupaba los locales de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús. También se incorpora en 1864 proveniente de la misma Casa Profesa jesuítica el Gobierno Civil de la Provincia. En 1865 también lo ocupó la Delegación de Hacienda. Finalmente para 1952 estos organismos se han ido redistribuyendo por otros edificios de la ciudad y queda como único inquilino del convento el Gobierno Civil. Otros usos que ha tenido el conjunto han sido almacén de tabaco, sal, aguardiente, pólvora etc.
Nada más traspasar la puerta principal del Palacio-Convento, en cuyo dintel se encuentra un escudo del Sacro Convento de Montesa se entra en un zaguán o vestíbulo, con techo plano y planta rectangular, se abre al interior del claustro a través de tres arcos de medio punto. A mano izquierda una habitación hacía de portería del convento y a la derecha una gran escalera de piedra de traza neogótica, de los años 1960-1970, sube al primer piso del claustro. Alrededor de este piso alto se encuentran las distintas dependencias que lo componen y donde trabajan el distinto personal de la Delegación del Gobierno.
El claustro está formado por dos alturas, tiene en cada una de sus pandas siete arcos de medio punto entre pilastras toscanas. Cada lado tiene una longitud de 37 metros y resulta un cuadrado perfecto. Las techumbres se cubren con bóvedas de aristas rebajadas sustentadas por arcos fajones. El primer piso distribuye al interior del claustro, balcones con frontones triangulares mientras que el segundo lo hace con balcones sin frontones en alternancia con ventanas.
El claustro ofrece la misma sencillez y sensación de robustez que su fachada, con arcadas de cantería en la parte inferior y balcones y ventanas en los dos pisos superiores, ambos realizados en ladrillo. Este trabajo en ladrillo tiene su excepción en el segundo piso que limita con el templo cuya obra es también de cantería, los arcos son carpaneles y no alternan las ventanas antes referidas. El claustro se desarrolla con pilastras toscanas y su decoración es casi nula, a excepción de los frontones triangulares colocados en los balcones del primer piso.
En el centro del claustro una fuente procedente del Castillo de Montesa que fue realizada en tiempos del XII Maestre de la Orden, fray Bernardo Despuig (1506-1537).
A lo largo del tiempo el edificio ha sufrido diversas reformas en su interior, no así el exterior que permanece idéntico a como fue construido. Así llama la atención algunos salones decorados con puertas de tradición gótica, así como la escalera antes mencionada que en realidad fueron construidas a mitad del siglo XX. Destaca el salón conocido como Salón de plenos de la Diputación Provincial que es donde se reunía dicha institución durante el corto periodo de tiempo que permaneció en este edificio. Este salón se encuentra decorado con elementos a la moda del siglo XIX y así permanece. En la actualidad en esta sala se realizan ciertos actos protocolarios que exigen cierta solemnidad.
Otro de los elementos a destacar es una de las puertas situada actualmente en el piso alto del claustro, que se encontraba en el Castillo de Montesa y que pudo salvarse del terremoto que lo destruyó y que fue traída a este lugar piedra a piedra. Sobre el dintel encontramos el escudo antiguo con la cruz de la Orden de Montesa y San Jorge de Alfama.

Iglesia de Santa María del Temple

Después de la Desamortización de Mendizábal de 1835 la iglesia queda sin culto, y no será hasta 1854 cuando el mismo se restablezca, aunque no la vida monacal que desapareció para siempre. La iglesia aunque con culto, languidece y la mayoría del tiempo permanece cerrada sólo abriéndose en ocasiones puntuales para celebraciones importantes. La situación cambiará cuando se hagan cargo del templo los Padres Redentoristas que permanecerán al frente del templo entre 1917 y 1993 con el sólo paréntesis de la Guerra Civil (1936-1939). Durante este periodo de guerra la iglesia es cerrada y aunque dedicada a almacén de municiones la misma no es incendiada, no así los bienes muebles, muchos de los cuales desaparecen sin que hayamos vuelto a saber nada de ellos.
La iglesia, situada en el costado oeste del convento, es de planta basilical con tres naves divididas en tres tramos, ancho transepto, capillas laterales y cúpula de ladrillo con tamboren el crucero. La cabecera articula un profundo presbiterio acabado en un testero semicircular. Coro alto a los pies. Previo a la entrada al templo encontramos un vestíbulo o atrio. A la derecha de la Capilla Mayor y como continuación de la nave lateral de la epístola encontramos la Capilla dedicado al Santísimo. A la izquierda de la Capilla Mayor en lugar de una capilla encontramos un camino de paso a a sacristía y a las dependencias del antiguo monasterio. La iluminación del templo se realiza a través de ocho vanos abiertos en el tambor de la cúpula del crucero y el vano abierto a los pies y que ilumina el coro, es por tanto una iglesia escasa en luminosidad.
Antes que esta iglesia, había en este lugar otra iglesia construida entre 1720 y 1725 de la que se desconocen sus características ya que fue derruida para construir la actual, pues ésta antigua era de proporciones mucho más modestas.

La fachada del templo se articula con dos cuerpos horizontales y tres calles separadas por cuatro pilastras compuestas de orden gigante. La fachada está presidida por dos torres que flanquean un gran frontón triangular. Cuatro grandes pilastras cobijan las tres puertas (una por cada una de las naves interiores) y los dos balcones adintelados con frontones triangulares de los extremos. Sólo los revestimientos de teja vidriada de las torres (blancas y azules) y la cúpula son de tradición propiamente valenciana. Sobre el frontón triangular dos figuras femeninas alegóricas, una de ellas porta una cruz y una llama en su mano y representa a la Religión y la otra cruza sus brazos sobre el pecho y tiene una llama sobre su cabeza, en alusión a la Devoción, son obras de José Puchol y Rubio (* Valencia 1743 † Valencia 1797) labradas en 1770.
En el frontis de la iglesia destaca el escudo con las Armas Reales del rey Carlos III que ordenó y sufragó la construcción del Convento y de la iglesia. La labra es obra de Jaime Molins en 1770. Debajo del escudo un vano semiesférico cerrado por una reja de hierro permite la iluminación interior del coro.
Nada más traspasar la portada entramos en el atrio anteriormente comentado, aunque hoy día no tiene nada de particular, en origen disponía de dos altares, uno de ellos dedicado a Nuestra Señora de Gracia y a su frente, el Altar del Niño Jesús con la presencia de una escultura de Jesús Niño predicando en el templo y que en la actualidad se encuentra en el presbiterio de la iglesia.
Ya en el interior de la iglesia observaremos también el imponente orden clásico de los muros, y son de destacar el templete del altar mayor en forma de tabernáculo obra de Miguel Fernández y las pinturas con perspectivas de arquitecturas fingidas, obra de Felipe Fontana (Bolonia 1744 – Madrid 1800) realizadas en 1770. Las naves laterales se abren a la nave central a través de grandes arcos de medio punto que apoyan en pilastras. Las naves se cubren con bóvedas de medio cañón con lunetos apoyadas en arcos fajones. Adosados a los muros grandes pilastras de orden corintio con fustes acanalados.
El templo tiene un total de nueve Altares o Retablos, los situados en las capillas laterales y en el tránsito de la sacristía son de madera dorada realizados en el siglo XVIII procedentes de la iglesia de 1725, los dos que se encuentran en la nave del crucero están realizados sin embargo en obra a principios del siglo XX.
Comenzando por el transepto y por el lado de la epístola (a nuestra derecha si miramos el Altar Mayor) encontramos las siguientes capillas:
Retablo de San Antonio de Padua (en el brazo del transepto). En el centro del retablo en el interior de una hornacina imagen de San Antonio de Padua que se encuentra recibiendo al niño Jesús que le entrega una gloria de ángeles. Sobre la mesa del altar, un busto en altorrelieve de Cristo Corazón Eucarístico con el Santo Cáliz, obra de José María Ponsoda Bravo. Este Cristo sufrió daños importantes en la Guerra Civil y Ponsoda tuvo que restaurar la imagen en las partes dañadas una vez finalizada la Guerra.
• Retablo de San José. El centro del retablo lo ocupa la imagen de San José con el Niño Jesús en brazos, obra en cartón-piedra de 1941. En la parte inferior del retablo en el interior de una hornacina una pequeña imagen del Niño Jesús. En la parte superior en el interior de un óvalo los atributos de carpintería de San José.
• Retablo de San Cayetano con el Niño Jesús en brazos. En la parte superior, en el interior del óvalo, óleo representando a María Magdalena penitente. Con anterioridad esta capilla se encontraba bajo la titularidad de San Bernardo.
• Retablo de la Trinidad o del Padre Celestial. Centra el retablo un lienzo bocaporte dedicado a la Santísima Trinidad. El lienzo es obra del pintor valenciano Manuel Diago Benlloch de 1941. En la parte superior en el óvalo, lienzo de María Magdalena penitente. Anteriormente llamada capilla de San Jorge.
Continuando por la nave del evangelio encontramos las siguientes capillas o retablos:
• Retablo de San Fermín, patrón de los navarros. En la parte superior San Miguel Arcángel aplastando al diablo. Con anterioridad esta capilla recibía el nombre de Capilla de San Miguel Arcángel.
• Retablo de San Mateo. Escultura obra de Enrique Pariente Sanchis de 1951. En el óvalo de la parte superior lienzo de Santiago el Mayor. Con anterioridad la capilla se encontraba bajo la titularidad de San Benito.
• Retablo de San Alfonso María de Liguori obra del escultor Francisco Teruel Navarrete. Alfonso María de Ligorio fue el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor (los Redentoristas) que durante una época tuvieron presencia en el templo. En el óvalo de la parte superior del retablo, lienzo de moderna creación con una escena de San Lucas pintando el icono de la Virgen María (Nuestra Señora del Socorro). La escultura de San Alfonso Liguori fue colocada en este altar en 1923 pero la misma fue destruida en 1936 y el escultor Francisco Teruel tuvo que hacer una nueva escultura, réplica de la original que es la que vemos en la actualidad. Durante una temporada el lienzo de la Virgen de Montesa y antes de estar dedicado a San Alfonso se encontraba presidiendo esta capilla.
Retablo de San Expedito (en la nave del transepto). El retablo alberga en la hornacina inferior una talla de San Expedito, abogado de las causas perdidas y urgentes. El nicho central del retablo se encuentra vacío en la actualidad, aunque durante un tiempo albergó un lienzo de San Juan Bautista, desaparecido en la Guerra Civil. A titulo de curiosidad diremos que San Expedito es un santo que la Iglesia Católica no reconoce como tal, al no estar nada clara su autenticidad histórica, por lo que es uno de los santos que la iglesia permite un culto particular, como culto tolerado pero no admitido.
Como continuación de la nave del evangelio y en el pasillo o transito al que se abre la sacristía, encontramos un retablo con un lienzo bocaporte de la Virgen de Montesa con San Jorge de Alfama, obra de José Camarón Bonanat de 1771. En el óvalo de la parte superior lienzo representado a la Virgen María con el Niño en brazos.
A los pies del retablo de la Virgen de Montesa, lápida sepulcral de fray Francisco Bernardo Despuig Rocafull (1506-1537) XII maestre de la Orden de Montesa; esta lápida funeraria de época renacentista ya se encontraba en la capilla del castillo de Montesa. En la actualidad la lápida se alza sobre un zócalo marmóreo que la eleva del suelo. La lápida en un primer momento fue colocada en el suelo a los pies del templo, ya que había sido voluntad del difunto que sus restos fueran pisados como señal de humildad, en 1969 y para preservar debidamente la artística lápida funeraria, fue trasladada a este emplazamiento. A los pies hay una inscripción que dice: HIC : IACET : FTR : BERN / ARD : DESPUIG : MR : XII / MONTESIE (Aquí yace fray Bernardo Despuig, XII Maestre de Montesa). Junto a la cartela figuran los escudos de Montesa y de su linaje.
La portada de la sacristía que se encuentra al fondo no es tal, ya que es una portada fingida, es decir, está pintada enmarcando el vano que se abre en el muro. La pintura es de Felipe Fontana, el mismo autor que realizó las pinturas fingidas del testero del presbiterio.
El Altar Mayor está presidido por un baldaquino de jaspes de diversos colores realizado hacia 1773 por Miguel Fernández. Es de planta circular y está coronado por un cúpula peraltada de jaspe que apoya en ocho columnas pareadas adosadas de mármol verde y capiteles corintios. Remata la cúpula la estrella de Euclides realizada en bronce dorado. Su interior alberga una tabla de la Virgen del Perpetuo Socorro, aunque en origen alojó una imagen en madera ligeramente policromada de la Virgen de Montesa, realizada en Madrid por el escultor Francisco Gutierrez y que fue destruida en la Guerra Civil Española. Francisco Gutierrez (Arevalo 1727 – Madrid 1782) es autor también de la Cibeles de Madrid. La tabla de la Virgen del Perpetuo Socorro fue colocada en su actual emplazamiento por los monjes redentoristas, y es obra de la granadina Encarnación González.
En las paredes laterales del presbiterio podemos encontrar dos puertas; la de la derecha da acceso a la Capilla de San Jorge o de la Comunión, diseño de Miguel Fernández y ejecutada por el maestro cantero Diego Cubillas. La Capilla Mayor está revestida de mármoles, jaspes, columnas y pilastras de orden corintio; la puerta de la izquierda permite el paso al tránsito de la sacristía. Por encima de ambas puertas adinteladas, dos bajorrelieves en forma de óvalos o medallones laureados, sostenidos por ángeles, un óvalo representando a Carlos III (lado el evangelio) y el otro aJaime II el Justo (lado de la epístola), son obras del escultor Jose Puchol y Rubio y fueron esculpidos en mármol de Carrara en 1774. En los dinteles de las puertas figuran las siguientes inscripciones: CAROLUS III HISPAn REX / A FUNDAM EREXIT DOTAVIT 1761 y JACOBUS II. REX ARAGÓN / MONTESIAE DONATOR. 1319.

En la base de las pilastras, en la embocadura de entrada al presbiterio, encontramos dos figuras, a la izquierda en la nave del evangelio la figura de un anciano orando. Representa al XIII maestre de la Orden de Montesa don Francisco Llançol de Romaní (fallecido en 1544), lo encontramos arrodillado, de perfil, en posición orante y apoyado en un reclinatorio. La talla realizada en mármol ya se encontraba en el desaparecido Castillo-Convento de Montesa. A la derecha, en la nave de la epístola, Jesús enseñando en el templo. Vemos la figura de un joven Jesús, sentado en un asiento (cátedra). Figura vestido con dalmática atada a la cintura y con toga, levanta su mano derecha hacia arriba, mientras que la izquierda está apoyada en un libro (las Sagradas Escrituras) que sostiene en el regazo. El pie izquierdo lo tiene en posición avanzada mientras que el derecho está oculto entre los ropajes. La figura fue hecha para la Iglesia del Temple de 1725 y está realizada en mármol de Carrara por Giacomo Antonio Ponzonelli (* Massa ca. 1654 † Génova 1735). Antes que ocupara este espacio, la escultura estuvo en el atrio de la entrada a la iglesia, pero ante los robos que se producían en la zona, se optó por guardarla en el interior.
Las pinturas de la bóveda del presbiterio de hacia 1770 representan la Asunción de la Virgen rodeada de los Apóstoles, la Santísima Trinidad y dos medallones de San Jorge y Santiago Peregrino, frescos salidos de la mano de José Vergara Gimeno. La escena central representa a la Virgen que asciende a los cielos entre nubes rodeada de ángeles, mientras en el nivel inferior los apóstoles destapan el sepulcro vacío. Más arriba la Santísima Trinidad con la corona destinada a la madre de Dios y en los lunetos laterales los medallones antes descritos.
Las pinturas de las pechinas del crucero están realizadas también por el pintor José Vergara Gimeno y representan a santos relacionados con la Orden de Montesa: San Benito de Nursia, San Roberto de Molesmes, San Bernardo de Claraval y San Raimundo abad de Fitero, este último fundador de la Orden de Calatrava, vestido con ropas militares y portando un escudo con el emblema de la Orden Calatrava. El testero de la Capilla Mayor está decorada con pinturas al fresco realizadas con la técnica de la grisalia, en forma de arquitecturas fingidas, obra del boloñés Felipe (Filippo) Fontana, realizadas hacia 1770.
Los pilares, muros y techos adyacentes a la Capilla de San Alfonso María de Ligorio que ya hemos visto, se encuentran decorados con pinturas al fresco de diversa temática, con abundancia de cartelas y mensajes alusivos. Estas pinturas fueron realizadas hacia 1923 por el pintor Vicente Pastor con la colaboración del alicantino Remigio Soler Tomás y Ricardo White, fueron encargadas por la Archicofradía del Perpetuo Socorro y centra su temática en historias relativas a la historia del icono de la Virgen y santos relacionados con los Redentoristas.
La Capilla de San Jorge o de la Comunión se ubica a la derecha de la Capilla Mayor, como continuación de la nave lateral de la epístola y la preside un retablo con la imagen de la Virgen de los Desamparados.
Recibía el nombre de Capilla de San Jorge porque en ella se conservaba un busto en plata con la reliquia de la cabeza de San Jorge, regalo del rey Felipe II a los montesianos. Desgraciadamente tanto el busto como la reliquia se perdió parcialmente en la Guerra de la Independencia y totalmente en la Guerra Civil de 1936.
La Capilla de la Comunión fue el último elemento que se construyó del conjunto montesiano de convento e iglesia, fue construido entre 1773 y 1785 por Diego Cubillas que desde un primer momento había participado activamente en la construcción de todo el conjunto conventual.
Se cubre por bóveda de medio cañón separados en tres tramos por arcos fajones, el primer tramo se cubre con una decoración acasetonada en forma hexagonal, el segundo tramo sigue la misma disposición acasetonada pero estos adoptan forma octogonal, y por último el testero que se cubre con una bóveda de cuarto de esfera también con casetones pero esta vez cuadrados y trapezoidales ajustándose a la forma de la bóveda. Es obra realizada por Diego Cubillas según planos de Miguel Fernández y fue finalizada en 1785.
En los muros laterales de la capilla podemos encontrar dos bajorrelieves en madera simulando mármol realizados por José Puchol Rubio que es de los mejor que tiene la capilla.
A destacar que en la fachada exterior recayente a la Plaza de Teodoro Llorente, sobre el muro de la iglesia, encontramos un sobreañadido realizado entre 1925 y 1926 por el arquitecto Lorenzo Criado Oltra y que no es otra cosa que las dependencias que los Padres Redentoristas tuvieron que realizar para hacer habitable la iglesia que debía albergar una pequeña comunidad. Se construyeron distintas dependencias ocupando partes inverosímiles de la iglesia que hicieron una vida bastante difícil de ocupación.

La Iglesia y el Palacio del Temple en el recuerdo

IGLESIA DE PINEDA DE LA SIERRA. provincia de BURGOS

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GERUNDIO

Corretear por los campos burgaleses y sorianos, de la Castilla la Vieja, resulta, con ganas, curiosidad y tiempo, toda una aventura conducente al pasmo absoluto. Especialmente cuando no es objetivo predeterminado el estudio, un decir, del mejor románico que por allá se encuentra, restos de pasados esplendores. Y, tengo yo memoria de un «encuentro» casual, con esta muestra eclesial, cuya «vista», nos ocurrió en una vacación de los años ¿sesenta o setenta..? Perdidas mis notas de viajes, de las viejas libretas que conservaba, no ha quedado borrado del todo por el paso de los tiempos, restos de memoria, este «encuentro». Recuerdo que teníamos, en aquella aventura de «carretera y manta», (que decía mi «santa», –q.e.d.–), como objetivo final o pretexto, allegarnos hasta Alentisque, de Soria, en cuya estación de ferrocarril MZA., fallecía, por los primeros años veinte, mi abuelo paterno, –que no llegué a conocer–, de mi mismo nombre y apellido. (Amén de otros objetivos castellanos propuestos por la familia López Plá, nuestros grandes amigos, que nos acompañan en la «aventura»).
Estos días haciendo «viaje virtual» por la «red», uno de mis juegos favoritos, he quedado muy gratamente sorprendido, «trompicando» con esta información, de la que copio y pego, para la componenda de un «link», en mi BLOG DEL GERUNDIO, que «voleo». por si queda en valor recostarse en historias del románico impresionante castellano del norte. ¡¡Vele ahí, «in memorian» de aquél «ferroviario» que fue mi abuelo..!!
Iglesia de Pineda de la Sierra. Burgos
http://www.pinedadelasierra.es/
En plena Comarca de la Sierra de la Demanda, la localidad de Pineda de la Sierra, con sus apenas cien habitantes censados (que aumentan considerablemente en épocas vacacionales), es una de las poblaciones más aisladas de la provincia burgalesa, situándose aproximadamente a unos 50 kilómetros al este de la capital no lejos de los confines riojanos y sorianos.

Introducción

Iglesia románica de Pineda de la Sierra, Burgos
Atravesado por las aguas de un recién nacido río Arlanzón, el caserío de Pineda se recuesta a las faldas del Pico San Millán, que con sus 2132 metros constituye el punto de mayor altitud de la provincia de Burgos.
Pineda de la Sierra rodeada de montañas de la Sierra de la Demanda
Su privilegiado emplazamiento en un entorno rico en pastos fue clave en su desarrollo ya desde el siglo X, época en la que fue repoblada por el Conde Don Sancho; así como tras la extensión de su fuero en 1136 por Alfonso VII, constituyendo todo su término un punto de referencia en las rutas de transhumancia y de la mesta.
La iglesia está rodeada de viviendas serranas muy bien construidas
Ya en la Edad Moderna, además de los beneficios que le proporcionaban los pastos, su riqueza maderera dotó a Pineda de un segundo momento de esplendor del que son aún hoy testimonio visible las numerosas casonas nobles y palacetes rurales conservados en su casco urbano.
La iglesia de San Esteban ocupa un lugar privilegiado dentro de la localidad
La iglesia
El elemento más interesante de Pineda de la Sierra es sin lugar a dudas su iglesia parroquial románica, bajo la advocación de San Esteban Protomártir y cuya construcción, acomodada a una empinada ladera en el centro del caserío, debió constituir todo un reto de equilibrio para sus arquitectos y constructores.
Iglesia románica porticada de San Esteban Protomártir de Pineda de la Sierra, desde el sur
Levantada en noble sillería arenisca de un color rojizo muy típico en estos parajes serranos, presenta una planta basilical de una sola nave que desemboca, tras un arco triunfal ligeramente apuntado, en un espacio cabecero conformado por un tramo recto presbiterial y un ábside semicircular. La torre campanario se eleva en su costado norte, mientras que al lado sur de despliega su preciosa galería porticada, verdadero icono del edificio.
Galería porticada
El aspecto actual del templo es el resultado de tres fases constructivas principales: la primera de ellas, hacia la primera mitad del siglo XII, se correspondería con el ábside semicircular, el presbiterio y los dos primeros tramos de la nave, incluida la portada principal.
Capitel de la puerta; sagitario y sirena pez
A finales de la propia duodécima centuria se procedería a levantar su galería porticada, la cual, en primera instancia y a juzgar por su descentramiento respecto a la puerta y por diversos testimonios arqueológicos, es muy posible que se prolongase también por el costado occidental del inmueble.
La iglesia desde el sureste
Por último, ya en el siglo XVI la iglesia sería sometida a obras de ampliación y de reforma por las cuales, se procedió a añadir un tercer tramo a la nave, momento en el cual la primitiva armadura de madera que cubría los dos tramos más antiguos fue eliminada con el objetivo de quedar toda la cubierta unificada mediante la solución de crucería bastante más elevada que hoy apreciamos. Poco después se levantaría al costado norte la torre actual que sustituiría a la original, así como la sacristía.
Canecillos
Cabecera
Así por lo tanto, el elemento presumiblemente más antiguo de todo el conjunto vendría a ser su cabecera, configurada por un ábside semicircular dividido al exterior en cinco paños delimitados entre sí por cuatro columnas entrega rematadas en capiteles decorados con motivos vegetales y leones a la altura de la cornisa.
Cabecera
De los cinco paños, los tres centrales presentan pequeños ventanales conformados por sencillas aspilleras abrazadas por arcos de medio punto dovelados que descansan sobre columnillas de fustes monolíticos y capiteles de notable interés.
Uno de los ventanales del ábside
Los del ventanal más al sur reducen su decoración a fórmulas vegetales talladas a bisel. Los capiteles del ventanal central, justo en el eje, presentan aves enfrentadas entre hojas de acanto en una de las cestas, y dragones también afrontados en su contraria.
Otro ventanal con capiteles cuya temática es zoomorfa
Mayor interés presentan los capiteles de la ventana más al norte, en la que, además de una cesta con aves pareadas, aparece una curiosa composición figurativa en la que dos ángeles, ocupando cada una de las caras visibles del capitel, parecen dirigirse en clara actitud de movimiento hasta el ángulo de la pieza, donde aparece otro personaje vestido con una túnica y las piernas cruzadas. Algunos especialistas han apuntado la posibilidad de que se trate de una escena de la Anunciación.
El tercer ventanal del ábside
Por último, completa la decoración absidial una interesante colección de canecillos figurados en los que además de motivos vegetales, seres fantásticos, bustos y aves; aparece un variado bestiario real en el que identificamos un jabalí, un león, un oso, una liebre e incluso unos simios.
Canecillo
Capitel de leones del ábside
La portada
Contemporánea a la cabecera es la portada principal de acceso al templo que, al permanecer casi desde su origen cobijada por la galería porticada, se conserva en relativo buen estado. Sobre un elevado podium accesible por varios escalones que ayudan a salvar la pendiente del terreno, despliega un total de cinco arquivoltas de medio punto molduradas que descansan sobre otras tantas columnas acodilladas a cada lado del vano.
Puerta de la iglesia de Pineda de la Sierra
En los capiteles encontramos un variado programa escultórico en el que, empezando por la cesta de la izquierda, reconocemos una composición a tres caras en las que dos mujeres parecen velar un cuerpo depositado en un sarcófago junto a una personalidad eclesiástica ataviada como tal que bendice. Esta escena, de muy difícil identificación, ha sido relacionada por algunos estudiosos con un pasaje de la vida de San Nicolás, aunque otros han apuntado que pudiera tratarse de alguna tradición local.
Otro capitel que muestra a un obispoo ante una persona muerta
Continuando la lectura de los capiteles de izquierda a derecha según el punto de vista del espectador, encontramos grifos pareados, dos sirenas representadas de perfil con sus cabezas giradas, una cesta vegetal y, por último, una sirena de doble cola junto a un centauro sagitario que se dirige a ella apuntando con su arco.
Arpía de impactante aspecto
Capitel de la puerta
Al otro lado del vano, la primera escena que no tardamos en identificar es una Adoración de los Magos. Después, tras una sucesión de tres cestas decoradas con motivos vegetales muy bien trabajados, el último capitel, también con tres caras, presenta otras tantas escenas: San Pedro junto a San Pablo, una nueva hoja de acanto y Sansón desquijarando al león.
Capitel con la Adoración de los Reyes Magos
La galería porticada
La galería porticada, auténtico santo y seña de la iglesia de Pineda de la Sierra, fue levantada en una segunda fase constructiva ya a finales del siglo XII, resultando realmente llamativo el descuadre existente entre la puerta de acceso al pórtico y la portada principal.
La galería de la iglesia de Pineda de la Sierra es uno de los elementos más notables y característicos
Esta circunstancia, además de explicarse por la propia razón de pertenecer a etapas constructivas diferentes, se refuerza por el hecho de que, muy probablemente, en un primer momento la galería continuaba por el hastial occidental del edificio, sin embargo, al ampliarse un tramo la longitud de la nave en el siglo XVI, hubo de ser completamente remodelada.
Galería porticada de Pineda de la Sierra en una mañana soleada
En la actualidad, la pieza presenta una gran homogeneidad estilística cuya factura ha sido puesta en relación con otros templos serranos como Vizcaínos y Jaramillo de la Fuente; procediendo todos ellos del tronco común del maestro del claustro alto de Silos.
La mayoría de los capiteles tiene figuras geométricas y vegetales aunque algunos llevan figuración humana
Sobre un prominente banco corrido en el que de nuevo entra en juego la dificultad orográfica de una construcción levantada en plena ladera; consta la galería de once arcos de medio punto sobre columnas pareadas culminadas en capiteles de doble cesta. De los once arcos, seis de ellos quedan al oeste de la puerta de acceso mientras que los cinco restantes se abren al este de la misma.
La galería se asoma a las calles serranas del pueblo
En cuanto a la decoración de los capiteles, predomina en todo el conjunto la decoración vegetal a base de diferentes modelos de hojas de acanto, palmetas, hojas de remate avolutado incluso alguna con frutos colgantes. Los únicos guiños a la decoración figurativa de la galería los hayamos en las parejas de capiteles tercera y quinta, donde entre la propia decoración vegetal, aparecen representados unos personajes con la cabeza cubierta y largas túnicas de complicada identificación.
Personaje esculpido en uno de los capiteles
Así pues, tanto la iglesia románica por méritos propios, como por supuesto el entorno serrano en que se levanta, hacen de Pineda de la Sierra un lugar ineludible de visita para cualquier aficionado al románico.
(Autor del texto del artículo:
José Manuel Tomé)
 
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¡¡CUENCA EXISTE..!!

Es indudable. CUENCA y VALENCIA están unidas por afectos mutuos y comunicación fácil, amén de fuertes lazos laborales. Posiblemente de mayor identidad por razones de oportunidad desde la primera hacia la mayor. Aprovechando, en gran parte, la publicación de este reportaje, –con muy pocos añadidos–, en este «portal» de «internet», vele ahí, unas amplias notas interesantes sobre la realidad histórica «conquense».

Introducción a la guía de arte (monumentos y rutas) de la ciudad de Cuenca.

Cuenca, situada a una altitud de 997 metros, en su centro urbano. Entre las hoces de los ríos Júcar y Huécar, ocupa un entorno natural de gran belleza paisajística.

Ciudad Cuenca. Patrimonio de la Humanidad

En esta ciudad se pueden diferenciar claramente dos zonas: la antigua, situada sobre un cerro rocoso, bordeando las hoces del Júcar, al norte, y de su afluente el Huécar al sur. Este río desemboca en la parte baja de la ciudad antigua, un poco antes del llamado Puente de San Antón.
Las famosísimas Casa Colgadas de Cuenca
La ciudad nueva se extiende al oeste y sur de la antigua y separada por el Huécar, teniendo como centro la calle Carretería.
El título de Ciudad le fue concedido por Alfonso X en el año de 1257, siendo por ello una de las ciudades más antiguas de la Península.
Impresionante aspecto del triforio de la Catedral de Cuenca

Historia de Cuenca

En cuanto a los orígenes históricos las primeras referencias se encuentran en los textos árabes, haciendo referencia a un asentamiento, precedente de lo que sería la actual Cuenca, en el año 784.
No obstante los primeros vestigios humanos de la provincia de Cuenca datan del Paleolítico Superior, alrededor del año 90.000 a.C.
Según los estudios realizados, las primeras tribus de la zona fueron los beribraces, dedicados al pastoreo, y los arévacos principalmente agricultores. Posteriormente llegaron los olcades, grandes guerreros que tomaron el control de la mayor parte de la provincia, y los lobetanos, éstos más pacíficos, en su mayoría pastores y agricultores que pusieron su capital en Lobetum.
Alabarda de síliex (1.200 a.C)
Ya en época romana la serranía conquense fue escenario de varias guerras celtíberas. Los romanos, por su parte crearon tres ciudades importantes como fueron Segóbriga, Ercávica y Valeria. La zona de la capital (Cuenca) estuvo muy poco poblada, hallándose unos pocos restos en la zona cercana al puente del Castellar.
Con las invasiones bárbaras el esquema poblacional se mantuvo aunque con un claro declive de los centros urbanos de la época romana.
Cerámica de época visigoda. Museo de Cuenca
Con la posterior invasión musulmana es cuando se hace referencia a un asentamiento, precedente de la actual ciudad, llamado Qunka, favorecido por los Banu-Di-I-Nun e integrada en la cora de Santaver. Esta era una de las divisiones territoriales del Califato de Córdoba, extendiéndose por las actuales provincias de Cuenca y parte de las de Guadalajara y Teruel. La población se fortifica y va ganando en importancia y población. La construcción fue al estilo andalusí, con una alcazaba, en la zona más alta, una medina con su mezquita aljama en el lugar en donde hoy se alza la Catedral, y un alcázar. Todas estas construcciones separadas por fosos labrados en roca viva y fortificados por murallas. Cómo otro elemento defensivo se hizo, en la desembocadura del Huécar un gran estanque.
En el periodo musulmán la historia de Cuenca cuenta con numerosos sucesos. El primer gobernador militar fue asesinado en el año 768, por un maestro de escuela, como acto de rebeldía contra las tropas omeyas de Abderramán I. En el año 772 el gobernador se enfrentó a los bereberes de Valencia, fue depuesto y enviado como prisionero a Córdoba en el 786.
Alrededor del 887, Musa, hijo de Sulyman, con 20.000 hombres conquistó Toledo, después de haberse hecho con el gobierno, se mantuvo independiente hasta su muerte en 908. Sus sucesores fueron gobernadores del territorio hasta el año 936, en el que se les quita el señorío de Uclés, y se les compensa con la plaza de Madrid.
Monedas del Califato de Alhakam II
Con la muerte de Almanzor en el 1002, vemos como Al-Andalus, se desmembra en reinos de taifas.
Al-Mamún de Toledo formó el más extenso de estos reinos, anexionándose los reinos de Valencia y Córdoba. Su hijo Ismail, en calidad de príncipe conquense le sucedió desde el año 1049.
Sancho Ramírez, a quien se debe la conquista de grandes territorios, la consolidación del reino de Aragón, el Fuero de Jaca, fue padre de Pedro I rey de Aragón y Pamplona, y de Ramiro II, rey de Aragón. Sitió, en 1076 Cuenca, sin lograr conquistarla.
En el año 1080, se da el Pacto de Cuenca, al perder Yahya Al-Qadir Toledo y tener que refugiarse en la misma Cuenca. Por este pacto Alfonso VI recibió Zorita y otros castillos a cambio de su ayuda militar.
Lo que ha hecho famosa a la ciudad de Cuenca son sus magníficos paisajes y pintorescas vistas
Importante es señalar que por estas fechas comenzó la acuñación de monedas en la ciudad. La ceca se mantendría activa en época cristiana, hasta el punto de que los Reyes Católicos fueron los que permitieron que siguiese acuñando moneda, después de cerrar las otras seis cecas de sus reinos.
Siguiendo con el acontecer histórico llegamos a la derrota de Alfonso VI, en Sagrajas (en las proximidades de Badajoz), batalla en la que intervinieron los almorávides y que constituyó un desastre en pérdida de vidas tanto para las tropas castellanas como para las leonesas, aunque no supuso una gran pérdida de territorios, al tener que marcharse el caudillo Yusuf ante la noticia de la muerte de su heredero.
Murallas medievales de Cuenca
Esta derrota cristiana fue aprovechada por el rey musulmán de Sevilla para adueñarse de la sufrida Cuenca.
Cuando los almorávides atacaron Sevilla Al-Mutamid, envió a la princesa Zayda, para pedir ayuda a Alfonso VI, ofreciéndole a cambio la guarda y custodia de Cuenca y otras plazas.
Lienzos de muro del antiguo castillo de Cuenca
Nuevamente se pierde la ciudad en 1108, tras la batalla de Uclés. Hay que esperar al año 1147, en el que el llamado Rey Lobo o Ben Lope se proclama rey de Cuenca, Murcia y Valencia, junto con toda la parte oriental de la Península. Convirtiéndose en una figura capital en los Segundo Reinos de Taifas.
El rey Lobo descendía de una familia de aristócratas muladíes (de origen hispanorromano y visigodo, convertidos al Islam) de origen mozárabe. Cómo rey independiente se enfrentó a los almohades hasta su muerte acaecida en 1172.
Entrada a la ciudad de Cuenca
Llegamos a la figura cumbre de nuestra historia con un Alfonso VIII, de 17 años que puso cerco a la ciudad, pero a los 5 meses, tropas musulmanas llegadas para ayudar a los sitiados, obligaron a huir al rey castellano.
Se firmó una tregua de siete años, poniéndonos ya en el verano de 1176, en el que los conquenses, junto con los Alarcón y Moya cometieron algaradas en Huete y Uclés, rompiéndose de esta manera el pacto suscrito.
Estatua de Alfonso VIII, rey de Castilla y conquistador de la ciudad de Cuenca a los musulmanes
Alfonso VIII recabó ayuda de los señores de tierras, del rey de Aragón, Alfonso el Casto, de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Monteagudo. El resultado fue un nuevo cerco a la ciudad, que terminó el día de la Epifanía del Señor del año 1177.
Nave central de la catedral de Cuenca
El 21 de Septiembre la ciudad se rinde y el rey y su séquito entran en la ciudad, según tradición, no documentada, a través del Arco Bezudo y al grito de «Cuenca libre». Así pasa a ser parte del reino de Castilla.
Crucifijos medievales del Museo Diocesano
Tras la conquista, la población se distribuyó de acuerdo con su religión, los musulmanes ocuparon la zona del alcázar, actual plaza de Mangana. La judería se estableció en torno a la calle Zapaterías, próxima a la Plaza Mayor. La población cristiana se dividió en parroquias, la parte alta se reservó a la aristocracia y sus casas señoriales. Tras los progomos de 1391 la población judía se trasladó al barrio musulmán del alcázar.
Catedral de Cuenca y la Torre Mangana al fondo
Inmediatamente después de la reconquista se construyó un Concejo y una Sede Episcopal, comenzando la campaña de repoblación, con la cual se dio un nuevo impulso al crecimiento de la ciudad, apareciendo numerosas aldeas. Todo ello fue favorecido por los privilegios y exenciones dadas en el llamado Fuero de Cuenca para los nuevos pobladores.
Alfonso VIII
El fuero concedía una categoría especial a aquellos que poseyeran un caballo de guerra, lo que llevó a la creación del «Cabildo de caballeros y escuderos de Cuenca», que con el tiempo se convirtió en el grupo más poderoso, ocupando los puestos de poder. Además se establecía el uso comunal de los extensos pinares de la Serranía, que junto con las actividades transhumantes serían la base de su prosperidad económica.
Cebeza de reina procedente de la Catedral de Cuenca  (Museo Diocesano)
Antes de la reconquista cristiana era el prototipo de la ciudad fortaleza medieval. Dentro del casco histórico estaban la Ciudad Alta, las hoces y la zona extramuros que marca la separación entre la dicha ciudad alta y la baja. Una fuente de la época nos dice: «Cuenca es una villa pequeña pero antigua. Está situada cerca de un estanque artificial y rodeada de murallas, pero sin arrabales. Los tapices de lana que allí se hacen son de excelente calidad». En estos tiempos se puede decir que su perímetro coincidía con el actual de la ciudad alta y que la vida de sus habitantes se articulaba entre el castillo y el alcázar.
Su trazado urbano es claramente medieval. Un largo y empinado eje longitudinal desde la Puerta de Huete (entrada en la parta más baja de la ciudad), que cuenta con el Puente de la Trinidad, hasta la subida al castillo. Este recorrido se puede seguir por la calle Palafox, San Juan y Alfonso VIII, hasta la Plaza Mayor, continuando hacia arriba, por las calles de San Pedro y el Trabuco, quedando todo ello rematado por la Puerta de Bezudo con la coracha hacia el Júcar para el abastecimiento de agua en los límites altos del castillo.
El conjunto urbano, tanto el musulmán como el cristiano descendía hasta la hoz del Huécar, más accesible, en el límite de la ciudad. Las tierras a los pies del farallón rocoso constituían un importante elemento económico ya que estaban explotadas por huertas que aprovechaban el agua del Huécar y se complementaba con la actividad de los molinos del Júcar.
Hoz del Júcar
Existían en la muralla tres postigos que llevaban a las huertas y a los molinos.
Intramuros la vida se movía entre los distintos barrios que rodeaban la alcazaba y el alcázar: el barrio del Castillo, la Hoz del Huécar (en donde está la Puerta de Valencia), Cauce del Huécar (hasta el Puente de San Antón), el barrio de San Francisco (ahora parque de San Julián, sitio en el que se supone que acampó el rey Alfonso en su largo asedio a la ciudad) aquí encontramos calles como la de la Moneda, Los Tintes, el Hospital Y la Iglesia de Santiago y junto a la calle Colón un excelente Mirador en donde el Júcar se junta con el Huécar.
Retrocediendo en el tiempo y continuando con la época medieval, tiene importancia la muerte de Alfonso XI, ya que comenzaron las luchas entre Pedro I, hijo legítimo del monarca, fruto de su matrimonio con María de Portugal, y Enrique de Trastámara nacido de la larga duración amorosa del monarca con Leonor de Guzmán (con la que tendría más de diez hijos).
La ciudad fue partidaria de Enrique, apoyándolo fielmente, por lo que ya proclamado como Enrique II, la visitó, mostrando su agradecimiento, dicha visita sirvió como punto de partida para una leyenda que aún hoy perdura que tiene como escenario las casas colgadas, de las cuales se hablará más adelante.
En cuanto al número de pobladores en el siglo XV llegaron a los 6000 habitantes, cifra muy alta para la época, considerándose por eso como una de las principales ciudades de la corona.
Como dato decir que en 1428 se certificó que ya no residía ningún judío en la población, por lo que la sinagoga se transformó en la Iglesia de Santa María la Nueva.
Era costumbre la celebración de mercados semanales, estableciéndose en 1466 que éstos fueran en el llamado campo de San Francisco, en un intento de evitar las penosas subidas de las carretas cargadas con las mercancías. También sobre estas fechas se construyó un nuevo Concejo en la Plaza Mayor.
La ceca, que funcionaba ya en época musulmana se trasladó a un edificio cerca de la parroquia de San Andrés, una de las catorce parroquias existentes en la ciudad.
La configuración de la parte baja de la ciudad comenzaría en los siglos XIV y XV, apareciendo barrios nuevos. Continuando, no obstante como centro más importante los entornos de la Plaza Mayor y de la Plaza del Carmen, lugar donde se reunía el Concejo.
Capitel del siglo XVI
La crisis económica del siglo XVII afectará a la ciudad y a la provincia, lo que se reflejará en la grave disminución de su población que pasa de unos 12.000 vecinos a poco más de 3000 en 1640.
Convento de los Carmelita
Se produce un breve repunte en el siglo XVIII que no salva estas tierras de una decadencia progresiva que comienza en el siglo XIX y se agrava en el XX. El Obispo Palafox intenta remontar la crisis con la instalación de una fábrica de alfombras y paños.
Monedas encontradas en las Calle Alcázar
Durante la guerra de la Independencia es saqueada por los ejércitos franceses y recuperada después por las tropas, entre otros, de Juan Martín, el Empecinado.
Vuelve a sufrir un asedio militar durante la tercera Guerra Carlista de 1873.
Puente moderno sobre el Huécar , llamado de San Pablo (siglo XX)
Fue declarada por la UNESCO, en 1966, Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Fachada del siglo XX de la catedral de Cuenca

Murallas y castillo

en el sitio más estratégico y elevado de la ciudad, en un estrecho istmo, se levantaba el Castillo islámico. Además de esta fortaleza, la antigua ciudad estaba rodeada por una muralla y contaba también dentro de este recinto con un Alcázar, como ya hemos dicho anteriormente.
Castillo de Cuenca
Queda muy poco de esta ciudad-fortaleza, los restos deteriorados que podemos ver ahora, son de épocas posteriores, incluso del reinado de Felipe II. Lo más notable es la Puerta de Bezudo o puerta del castillo, que daba acceso desde el exterior a través de un puente sobre un foso. En la actualidad, tras su transformación cuenta con un arco de medio punto sobre el que se acoplan tres escudos de época renacentista. Mirando desde este enclave se ve cómo la muralla descendía hacia la Hoz del Júcar, por los pocos lienzos de muralla que se conservan, un torreón dos magnificas estructuras cúbicas, al lado se situaba el castillo.
Murallas que cierran la ciudad de Cuenca hacia  el Júcar
Podemos imaginar como sería otra de las puertas de la ciudadela en la Puerta de San Juan, que vista desde el interior, aun conserva su arco ojival de sillería.
El castillo data del siglo X, ocupando el lugar más escarpado, motivo por el que resultó casi inexpugnable a las tropas cristianas, siendo su conquista fruto del asedio de meses.

La función propia del castillo pervive durante toda la Baja Edad Media, llegando al siglo XVI bastante deteriorado, como consecuencia de los continuos avatares sufridos en esos cuatro siglos.
Parte alta de la ciudad de Cuenca
De los siglos XVI al XIX, el edificio fue destinado a albergar la Sede del Tribunal de la Inquisición de Cuenca y Sigüenza.
En Cuenca el asentamiento Inquisitorial tuvo lugar en 1489, pero sería la cesión del castillo hecha por Real Cédula de Felipe II, en 1574, cuando se iniciaron las obras para la edificación de la cárcel y tribunal, siendo ocupada ya en el año 1583.
En este caso no se aprovecharon edificios ni estructuras preexistentes, puesto que se volvió a construir el edificio con este expreso fin.
En la actualidad se pueden ver espacios tal y como se construyeron en la época.
Puerta de Bezudo
El edificio ubicado en la parte más alta de la ciudad ocupó un lugar permanente en la mente de los ciudadanos. Allí fueron numerosos los vecinos que sufrieron penas de cárcel, sin distinción de rangos ni clases sociales. Destacamos a Diego Mateo Zapata (1664-1745), médico y filósofo murciano, que permaneció allí más de un año, siendo inmortalizado por Goya en uno de sus grabados.
Después de la Guerra de la Independencia, españoles y franceses volaron y destruyeron gran parte del edificio.
Después, en la segunda mitad del XIX (1862) fue nacionalizado, realizándose diferentes reformas de la cárcel, que lo sería hasta 1972, funcionando como prisión provincial.
Hoy en día es Archivo Histórico Provincial y está declarado Bien de Interés Cultural desde 1997.

Iglesia de San Pedro

Situada en la parte más alta de la ciudad y una de las más tempranas construcciones tras la reconquista cristiana.
Se supone que fue construida con tres naves y torre a los pies.
En el siglo XVI se construyó una capilla que posiblemente se pueda identificar con la de San Marcos, patrocinada por Miguel Enríquez, capellán de la Catedral. Terminada en 1604 se cubre con un magnifico artesonado ochavo de tradición mudéjar.
Iglesia de San Pedro
En el siglo XVII, la torre amenazaba ruina, por lo que en 1660, se reedificó, cubriendo el chapitel con teja por ser de mejor calidad y vida que la pizarra y la hojalata.
En el siglo XVIII, la Iglesia, como otras, fue totalmente renovada por el arquitecto José Martín del Aldehuela, quedando solo el artesonado original de la capilla.
Iglesia de San Pedro, Cuenca
La planta es un octógono, en el que se inscribe una circunferencia y en el perímetro se adosan pilastras, entre ellas, arcos de medio punto. En este espacio centralizado, el ábside es poligonal, marcando un claro eje en cuyo extremo está situada la fachada, compuesta por la portada y la torre.
Sobre la puerta se dispone un pequeño coro. Este espacio circular tiene cornisa denticulada muy resaltada, se cierra con cúpula sobre tambor.
Las ventanas, de forma mixtilínea, la rocalla que adorna los capiteles y guarniciones de huecos es típica del estilo arquitectónico de José Martín.
En la portada, destacar el arco de medio punto de tronco de cono entre pilastras cajeadas y nichos avenerados a los dos lados y la superposición de la cornisa que se incurva ligeramente.
Puerta de la iglesia de San Pedro
La decoración que une el cuerpo inferior con el superior está enmarcada por pilastras jónicas.
En la torre se ven tres cuerpos decrecientes, rematada a finales del siglo XVIII, con un cuerpo de campanas. Después de la Guerra Civil fue restaurada.

La Catedral

Fue el primer edificio que se comenzó a construir tras la Reconquista, en el lugar donde se emplazaba la antigua mezquita principal musulmana. De estilo gótico temprano está considerada como su más temprano ejemplo en España; se consagró en 1208 por el Arzobispo Ximenes de Rada, aunque no fue terminada hasta 1271.
Podemos ver restos de transición del románico al primer gótico de finales del XII, otros del siglo XIII y otros del XIV.
La Catedral de Cuenca
Tiene planta de cruz latina con tres naves y una sola en el transepto, además de las las características bóvedas sexpartitas propias de este periodo balbuceante de la arquitectura gótica y una torre linterna cuadrada sobre el crucero.
Ángel del triforio
Aunque se ha relacionado con el arte cisterciense borgoñón y, sobre todo desde Lampérez cono lo anglonormando, hoy se considera un templo muy relacionable con el Gótico Temprano del norte de Francia, como se pude apreciar en las catedrales de Laon y Soissons.
Uno de los brazos del transepto
La serie de capillas que cubren las naves laterales fueron edificadas en los siglos XVI y XVII, destacando la de los Apóstoles, la del Santo Espíritu y la de los Caballeros, además de las salas nobles, como la Sacristía y la Sala Capitular. Al claustro se accede por el singular Arco de Jamete.
Aspecto interior de la catedral
No queda ninguna de las cuatro torres del templo, salvo el arranque de la del Ángel, obra de la primera fase constructiva.
Debe destacarse también el triforio abierto y el Transparente obra barroca de Ventura Rodríguez.
El interior está lleno de muestras del virtuosismo barroco en tallas, rejerías y retablos.
El hundimiento, en 1902 de la Torre de Giraldo afectó a la fachada del templo. La actual esta reconstruida en estilo neogótico, la última transformación ha sido la colocación de las vidrieras por artistas contemporáneos.
Fachada historicista

Palacio Episcopal

De una arquitectura vertical y severa. El desdoblamiento de estilos nos proporciona el vínculo entre los elementos estilísticos del s.XVI y del s. XVIII. Dando una idea de las reformas efectuadas en el recinto.
Fachada del Palacio Episcopal
La imagen de solemnidad de su exterior queda confirmada por un interior con dos centros perfectamente ordenados: el Archivo y el Museo Diocesano.
Según la tradición conquense San Julián ( el Obispo Santo) habitaba en uno de los salones de la planta baja, recorriendo un patio interior, se llegaba a los aposentos del Obispo y hasta una entrada particular que daba paso a la Catedral.
Un estudioso del lugar, Pedro José Cuevas, relata que fue en 1250, durante el obispado de Mateo Reinal, cuando se concluyeron las obras del edificio antiguo. Como queda dicho las reformas continuaron en el siglo XVI, y en el XVIII se puso una portada neoclásica.
En 1250 el Palacio se instaló en unas casas, de origen musulmán, de las que aún quedan inscripciones árabes y una puerta decorada con yeserías. Dichas casas le fueron donadas por el Cabildo de la Catedral al dicho Obispo Reinal.
En el siglo XVI se proyectó el Palacio con un patio central, disponiendo estancias en torno a él. Este patio se conserva en buen estado, es de planta cuadrada. En el piso bajo tiene, en cada panda tres arcos góticos, de sección curva de estilo Reyes Católicos.
Patio del Palacio Episcopal
En el piso alto, se abre una galería que duplica los vanos, con arcos carpaneles apoyados sobre columnas jónicas.
Se puede ver el escudo de Diego Ramírez, en distintas partes del edificio, sirviendo también como motivo ornamental.
Delante de este patio principal, había otro, de una sola planta, al que se entraba directamente desde el exterior. En él, dos puertas platerescas contrastan con la puerta del siglo XVII, que se puso en el zaguán, con almohadillado y decoración de bolas y pirámides.
En el siglo XVIII, se remodeló el patio delantero, realizándose una ampliación de la crujía que da a la fachada principal y se entesta con el crucero. Esta fachada es de un fino clasicismo como se puede apreciar en su ordenación y en la decoración de los vanos.
A finales de este mismo siglo se cerró el patio central y se decoró el techo de uno de los salones de la planta noble, del ala sur, con una cúpula, cuyas pechinas se adornaron con relieves de águilas.

Museo Diocesano

El Museo ocupa las tres primeras plantas del Palacio Episcopal, que coinciden con las estancias más antiguas del edificio.
En la sala conocida como «el Cuarto de San Julián» se conservan restos de yeserías con inscripciones cúficas y pueden percibirse los ventanales góticos del primer palacio. En la planta de entrada se encuentra el zaguán, a continuación la sala correspondiente a la época medieval y las tres salas siguientes corresponden al Renacimiento.
Fachada trasera del Palacio Episcopal
El museo está formado por diez salas con más de 200 piezas de gran valor. Los fondos proceden de las iglesias de la Diócesis y de la Catedral.
Además de dos lienzos del Greco (pintados para dos pueblos de Cuenca), se puede admirar la colección de tapices flamencos, las tablas renacentistas y la Sala del Tesoro.
Prsentación del Niño en el Templo de  Martín Gómez el Viejo
La Sala del Tesoro se halla en el sótano del palacio, en una cámara acorazada, la llamada sala 5. Aquí se guardan las piezas más valiosas de la Diócesis, distribuidas en salas y en vitrinas.
La primera es la sala de las Custodias y en ella también podemos admirar bellos cálices y Copones del siglo XVI.
Cálices y Copones del siglo XVI
Un bello acetre y un Hisopo de plata blanca del siglo XVIII, del mismo periodo vinajeras y una campanilla dorada; portaviáticos de plata dorada del s .XVII, procedentes de la Catedral, un cáliz de plata dorada de Francisco de Becerril, s.XVI.
Cómo pieza curiosa un Copón en plata dorada y filigrana, del s. XVI, procedente de la parroquia de Moya, que es un regalo de la reina Isabel la Católica a la marquesa de Moya. También hay cálices que se remontan al siglo XV. Veremos bellísimas custodias de mano de la más delicada orfebrería y cuidadas filigranas.
Cruz de Arrancacepas, Museo Diocesano de Cuenca
Otras piezas importantes son las cruces procesionales tardorrománicas de Arrancacepas y Ribagorda, del siglo XIII y realizadas en bronce dorado.
Pero hay una pieza especialmente singular, el báculo románico de Limoges de San Julián, santo y obispo de Córdoba entre finales del siglo XII y comienzos del XIII. Es de bronce dorado con bellos esmaltes de color azul, rojo y blanco con la figura de San Miguel venciendo al dragón Satanás.
Báculo de San Julián
Por último, de esta maravillosa Sala 5 del Museo Diocesano de Cuenca orientamos al visitante a admirar el Díptico Bizantino del siglo XIV conocido como Relicario de los Déspotas de Epiro y realizado en Meteora. Es una doble tabla con plata repujada y ricamente decorada con perlas, piedras preciosas y pinturas al temple.
Una de las hojas del llamado  Relicario de los Déspotas de Epiro
En la sala 2 están los dos Grecos y un Díptico.
En la entrada no dejemos de contemplar la escultura del Obispo Flores Osorio, patrocinador de las obras del edificio.
Calvario románico

Iglesia de San Miguel

La Iglesia de San Miguel se alza sobre una plataforma en la hoz del Júcar, junto a la antigua muralla y es una de las parroquias más antiguas de la ciudad, perteneciente en su origen al románico (construida en el siglo XIII); junto con la Iglesia de San Nicolás cuya estructura original (planta rectangular, ábside de piedra, orientación sur de la fachada) presenta características también románicas.
Dentro del estilo románico hay que citar también las ruinas de la iglesia de San Martín Obispo con un ábside de sillería de claras hechuras románicas.
Volviendo a la iglesia de San Miguel diremos que en su origen constaba de una sola nave de mampostería, cubierta de madera, presbiterio rectangular más ábside semicircular, con la torre a los pies.
El interior tiene una decoración renacentista. Actualmente se conserva de su original construcción románica el ábside y parte de su muro meridional.
Puerta de la iglesia de San Nicolás
El ábside está realizado en mampostería, ahora adosado a una construcción cuadrangular. Se ven modillones o canecillos de su original construcción y muestra también la altura que tendría el alero, ya que se elevó un segundo cuerpo, modificando la altura del ábside.
Los canecillos son geométricos, convexos y sin ninguna decoración. Bajo ellos, en el centro del tambor absidial aparece una ventana cegada, con doble arco de medio punto trasdosado por otro arco y con jambas de aristas a bisel. En el s. XV se añadió a la iglesia otra nave en el lado norte, que también se cerró con un artesonado mudéjar.
En el XVIII, se hizo una reforma total. En la portada podemos ver que el cuerpo inferior corresponde a este siglo. Está almohadillado y se reduce a un arco de medio punto entre pilastras apenas resaltadas. La parte superior tiene una hornacina central, entre dobles pilastras jónicas y unas curiosas imágenes de donantes en las hornacinas de los extremos.
En el interior, el primitivo cerramiento de las naves, con techumbre de madera, fue sustituido, en la nave principal por una bóveda de medio cañón con lunetos y en la nave colateral, se dispuso una nueva bóveda de arista, asentada sobre dobles pilastras, de potente comisamiento. Los capiteles son de tipología corintia y fueron adornados con cabezas de ángeles.

Ruinas de la iglesia de San Pantaleón

Se sitúa en el número 10 de la calle de San Pedro, en pleno casco antiguo. Declarado monumento histórico-artístico en 1992. Hoy en día es un espacio sin techumbre, con una sola columna y una sola puerta enrejada.
Ruinas de la iglesia de San Pantaleón
Edificada en la segunda mitad del s. XIII, por la Orden de San Juan de Jerusalén (los antiguos templarios). Solamente conserva una de sus tres puertas originales (en sus orígenes poseía una triple cabecera plana). Relegada en espacio, parte de ella fue demolida en el siglo XVI por las reformas en la calle del Obispo Guerra Campos y la ampliación del claustro de la Catedral.
Durante las terceras Guerras Carlistas se levantaron en este sitio barricadas, lo que no fue bueno para su conservación.
San Pantaleón, Cuenca
La musealización del 2011 permitió revalorizarla y fue cuando se descubrieron mas de 100 tumbas, muchas de ellas superpuestas, que componían una necrópolis, después de siglos de enterramientos. Estos se ubican en lo que fuera el perímetro de la Iglesia, lo que era una práctica muy común en la Edad Media, con el tiempo fue descartada por suponer una peligro para la salud pública.
En el centro, al entrar veremos una escultura del poeta conquense Federico Muelas.
En las épocas de buen tiempo se ubica allí una terraza, criticada por muchos, al no ser el mejor medio para conservar el patrimonio.
En esta iglesia se conserva un bajo relieve, en el que se ve un jinete (algunos dicen que San Jorge, pero la mayoría se inclina por el Arcángel San Miguel) alanceando a un dragón, tema típico templario. La eterna lucha entre el bien y el mal. El sitio hay que buscarlo, como pista está en un capitel.
Artísticamente la portada está compuesta por un arco ojival de grandes dovelas de sillares, conformadas por diversas molduras que se apoyan sobre capiteles con decoración vegetal e iconográfica, que parecen guardar relación con la simbología templaria.
Las columnas se apoyan en altas y cilíndricas basas.
El ábside plano está realizado en mampostería y conserva en su parte más elevada una ventana, esta adovelada ventana saetera abocinada en el interior, tiene arco de medio punto.
Desde la calle, la saetera derrama al exterior trasdosada por otro arco de medio punto sobre jambas de silleria a bisel en sus aristas.
La iglesia está próxima a la Plaza Mayor y es una de las primeras construcciones después de la Reconquista.

Museo Arqueológico

Haciendo una breve reseña diremos que el museo se enclava en la llamada «Casa del curato de San Martín», en la calle Obispo Valero.
Tiene tres secciones: Arqueología, Etnología y Bellas Artes. Sólo puede visitarse la sección de Arqueología.
Pieza romana en el Museo de Cuenca
Es un edificio del siglo XIV, de tres plantas, conserva restos de su primitiva construcción gótica.
Se exponen piezas halladas en los yacimientos de la provincia, con textos, imágenes y maquetas. La planta baja está dedicada a la Prehistoria, la primera planta a objetos de las épocas: tardorromana, medieval y moderna.
Además consta de tres salas dedicadas a las ciudades romanas de Segóbriga, Ercávica y Valeria.
Escultura romana del Museo de Cuenca

Torre de Mangana

La Torre de Mangana es un símbolo emblemático de la ciudad. Se supone que pudo ser una de las torres del antiguo alcázar musulmán.
Las primeras pruebas gráficas de su existencia se tienen por medio de Anton Wyngaerde, pintor que en 1565, realizó un dibujo de la Torre dentro de un paisaje. Se ve que la edificación estaba rematada por una cruz y una veleta de hierro, sobre chapitel recubierto de hojalata.
Torre Mangana
En los siglos posteriores se acometieron distintas intervenciones para subsanar daños, la caída de un rayo a finales del XVIII y los destrozos provocados por la invasión francesa a principios del XIX.
En 1926, la Torre cambió totalmente su fisonomía, por la reforma llevada a cabo por Fernando Alcántara. Se eliminó el chapitel y su lugar fue ocupado por un grupo de campanas de planta cuadrada, que se cubrieron con una pequeña cúpula. Además las paredes se recubrieron de color con motivos islámicos. En la parte superior, las almenas escalonadas que remataban las torres y que fueron una adición posterior al original, nos recuerdan a la mezquita cordobesa.
Podemos hablar de que actualmente la Torre presenta un estilo neomudéjar.
La reforma de 1970, de Víctor Caballero, supuso el encastillamiento de la torre, aumentó su perímetro y le dio un carácter fortificado, se le dotó de un matacán y se remató sin tejado. Siendo esta la imagen que vemos en nuestros días.
En 1999, se realizaron obras en la plaza que alberga la Torre, éstas sacaron a la luz restos de varios siglos de historia. En esta zona se situó el Alcázar árabe y fue posteriormente lugar de asentamiento del barrio judío. Sobre la antigua sinagoga (como ya hemos comentado) se construyó una iglesia.
Con el tiempo la nobleza y el clero fueron abandonando la zona, hasta que a comienzos del s. XX, la iglesia acabó derrumbándose.
Hoy podemos ver junto a la Torre un monumento a la Constitución (un cubo suspendido en el aire) obra de Gustavo Torner.
Por su posición estratégica la Torre prestó, con seguridad importantes servicios, defensivos como el lanzamiento de piedras y flechas y como punto para otear el horizonte previendo posibles amenazas.
Por su ubicación fue testigo también de las vidas de musulmanes y judíos en la época cristiana.

El Puente de San Pablo

El primer puente se construyó para poner en comunicación el abismo existente entre la trasera de la Catedral y el Convento de San Pablo, casa de los padres paúles.
Fue un puente de piedra con cinco ojos apoyados en cuatro pilares.
La idea de su construcción partió del canónigo de la Catedral, iniciándose las obras en 1534. Su construcción se dilató en el tiempo y no fue hasta 1599 cuando se finalizó. En este periodo intervinieron grandes maestros de obras de la época, pero ninguno de ellos acertó con la fortificación de los pilares, que iban hundiéndose progresivamente.
El puente quedó configurado con cinco arcos grandes de piedra y sus pilares ascendían desde el valle del rio Huécar, presentando un aspecto de fortaleza. En 1786 se resquebrajó en su primer tramo y quedó afectado el segundo arco (el más próximo a la ciudad).
En 1800 se cierra por orden del Ayuntamiento por resultar inseguro.
A finales del XIX se desploma otro arco, lo que lleva a la decisión de volarlo entero, quedando aislado el Convento de San Pablo del casco antiguo de la ciudad.
Se afronta la obra de un nuevo puente metálico y de madera, que se inaugura en 1903.
Puente de San Pablo
Al cruzar el puente se pueden ver en las placas circulares que lo adornan, el nombre del obispo que afrontó la labor de su construcción.
El puente metálico que vemos hoy es rectilíneo, de 60 metros de flecha, apoyado en pilares de arranque de sillería del puente anterior y, en el centro un puntal de hierro.
Puente de San Pablo
Mide más de 100 metros de longitud, por 144 pies de altura, apoyando sus extremos en seis estribos, uno en la colina de la ciudad y el otro en el cerro de enfrente. Los cinco arcos tienen pilares de 40 metros de altura que suben desde el cauce del profundo rio Huécar. Una gran obra de ingeniería.

Convento de San Pablo

El antiguo Convento de San Pablo está situado en la margen izquierda del Huecar, fuera del antiguo casco urbano, comunicándose con éste y con las Casas Colgadas a través del puente de San Pablo .
El Convento de la Orden de los Dominicos, conocidos como los paúles, aparece encaramado en una proa o promontorio conocido como “hocino”, sobre la Hoz del Huecar. Fue construido en 1523 y responde al estilo propio de los principios del siglo XVI en España, es decir, estructura gótica y decoración renacentista. En esta época de transición de un estilo al otro, parece que resultó más sencillo realizar la estructura en el estilo más conocido y adaptarse a las nuevas corrientes artísticas del Renacimiento, en la decoración.
Convento de San Pablo
El Convento está compuesto de la Iglesia, edificada en la proa, el claustro a su derecha y otra serie de edificaciones que fueron adosadas al cuerpo central, con posterioridad, añadiéndose con el paso del tiempo y las necesidades de la Ordenes que se fueron albergando en el lugar.
Convento de San Pablo
Fue mandado construir por el canónigo Juan del Pozo, que fue enterrado en medio del crucero de la Iglesia Convento, con superficie de bajo relieve de piedra blanca. El sepulcro fue retirado tiempo después y se puso adosado al muro de la derecha de la Iglesia.
Dicho canónigo encargó las obras a Juan y Pedro de Albiz.
A mediados de la década de los 90, del siglo XX, fue restaurado y convertido en el Parador de Turismo que ahora alberga y sorprende a los viajeros con admirables vistas hacia la Hoz del Huecar y el casco antiguo de la ciudad.

Casas Colgadas

El estudio realizado por el profesor Pedro Miguel Ibáñez Martínez, sobre esta forma singular de arquitectura, nos refiere a los primeros tiempos de estas casas colgadas, asociándolas a la figura del bachiller Gonzalo González de Cañamares, canónigo de la Catedral, que vivía en ellas, en torno al año 1468 y que las vinculó al patronazgo de la capilla que creó en la Seo conquense. Esto hizo que se conservara el edificio durante siglos bajo un mismo propietario y ha propiciado el conocer a los sucesivos poseedores y habitantes de las dichas casas.
Las Csas Colgadas de Cuenca desde lo alto de la ciudad
También el profesor habla en su libro, de la adaptación de las viviendas para recoger la colección de obras adquiridas por el pintor Fernando Zoel y que han dado lugar al actual Museo de Arte Abstracto de la ciudad.
Las Casas Colgadas
Realizadas en mampostería, con sillares en las esquinas y asentadas en ménsulas, se asoman al rio desde sus balcones voladizos de madera, sobre el acantilado.
Vistas de la hoz del Huécar
Las casas son joyas de la arquitectura gótica popular, en una época en la que había que aprovechar el espacio, al aumentar la población por el Fuero conquense y ser al mismo tiempo ciudad-fortaleza de frontera, lo más seguro era permanecer dentro del recinto amurallado. Esto hace suponer que las cumbres de las hoces estaban llenas de este tipo de viviendas que no han resistido el paso del tiempo.

Casa Consistorial Ayuntamiento

Es uno de los edificios más representativos del Barroco en Cuenca.
De planta rectangular, con dos cuerpos a ambos lados, muy diferenciados, de tal modo que en la documentación oficial se habla de Casas Consistoriales y sus dos viviendas.
Plaza Mayor de Cuenca con el ayuntamiento al fondo y en primer plano la catedral
La fachada está articulada en tres plantas, las cuales van decreciendo según van ganando en altura. Tienen pilastras de diferente orden.
Ayuntamiento de Cuenca
La primera planta está constituida por una arquería abierta, que permite el acceso de la calle principal a la Plaza. En los arcos están dispuestas unas pilastras cajeadas de orden toscano, entre los dichos arcos, a los que el pie forzado del zaguán ha obligado a trazar en sección apuntada, para hacerlos más esbeltos y dar más luz al arco central.
En la parte noble se mantiene la misma división tripartita, con pilastras jónicas, en la que está situada la Sala del Ayuntamiento y sus oficinas.
En esta planta se ven tres vanos, con un balcón corrido, decorados con baquetones, pilastras cajeadas y frontones curvos y rotos.
En la tercera planta se duplican los vanos, con lo que se crea más ritmo y una mayor proporción en los elementos arquitectónicos. De menores dimensiones, el piso alto incorpora un ático al diseño del paramento de la fachada, para compensar su desequilibrio respecto del piso noble.
Este amplio ático, oculta, desde la Plaza Mayor, la vista del tejado. En el centro hay un remate a modo de peineta, que se remata, a su vez, con la figura de un león.
La fachada posterior del edificio da a la calle Alfonso VIII, está compuesta con más claridad y tiene un estilo más clásico.
El edificio se articula a tres calles, con balcones en la planta noble y ventanas a eje superior.
Esta sede del Ayuntamiento estuvo enclavada en la Plaza Mayor desde finales del s. XVI, denominada en la época como plaza de la Picota.
Hay noticias de que en tiempos anteriores los Concejos se celebraban en un lugar próximo a la Puerta de San Juan, hablándose también como posible enclave la plazuela del Concejo Viejo y del barrio del Concejo.
Al edificio escogido en el XVI, se unió la casa del Regidor Pedro Chico de Guzmán (situada a la entrada de la Plaza Mayor), ya en el siglo XVII, se compró otra nueva casa perteneciente a la Iglesia.
En el XVIII, se dispone de otro solar en el lado oeste de la plaza, enfrente del antiguo Consistorio. Por todo esto se habla de Casas Consistoriales y también por esto la Plaza Mayor tiene aún hoy en día forma triangular.
Iglesia de San Felipe Neri
El oratorio de San Felipe Neri fue construido en 1739. El arquitecto fue el mismo que en otras obras de este periodo, José Martín de Aldehuela y el proyecto estuvo costeado por el arcediano de Moya, don Alvaro de Carvajal y Lancáster. Se considera el primer edificio barroco de la arquitectura conquense.
Es una iglesia de una sola nave, con planta de cruz latina y bóvedas de cañón. Presenta un exterior austero, pero en su interior destaca la vistosa decoración Rococó en las capillas laterales, cornisas y capiteles.
Se trata de una gran nave, pero corta al estar dividida en dos estrechos tramos, lo que hace que el eje longitudinal apenas parezca marcado.
Tiene una cripta, tres pequeñas capillas entre los contrafuertes y sobre ellas hay unas tribunas que antes estuvieron cerradas por celosías.
El crucero es amplio, lo que da la sensación de espacio centralizado en la cabecera. El presbiterio es rectangular y los pies se cierran poligonalmente. La Iglesia está cubierta por bóveda de cañón con lunetos y el crucero con bóveda vaída rematada por linterna.
En el lado oeste del crucero está la capilla de las Angustias, de planta elíptica, con muros corridos por pilastras corintias.
El muro poligonal de los pies está orientado al sur, lo que resulta extraño, esto y el cambio de alzado en el presbiterio puede llevar a pensar que se hizo un cambio de orientación en el edificio.
Se supone que los cambios los hizo para hacer más vistosa la entrada a su capilla, convirtiendo el edificio barroco en otro de más orientación Rococó, que también se manifiesta en la delicada ornamentación sobre los paramentos teñidos de coloración pastel, además de la asimetría del conjunto (entrada ya en las características propias del dicho estilo rococó).
La cripta se sitúa a los pies de la Iglesia. La poca plasticidad de las pilastras compuestas, que enmarcan un arco de medio punto nos indican, que se trata de una obra de finales del Barroco.
Las enjutas se adornan con angelitos. En el cuerpo superior hay una ventana, enmarcada por pilastras que quedan voladas y por un entablamento levemente incurvado. Los dos cuerpos se alzan con finas molduras.

Santuario de Nuestra Señora de las Angustias

Conocida como Ermita de las Angustias, forma parte de la tradición popular de la ciudad. Se sitúa sobre el Júcar, cercana a la Iglesia de San Miguel.
Construida sobre una ermita del siglo XIV se edificó la Iglesia actual del siglo XVII, siendo ampliada en la segunda mitad del XVIII por el mismo arquitecto José Martín.
A finales del XVII se terminó y en 1711 instalaron la talla de la Virgen de las Angustias. Para facilitar el acceso a los devotos, el dicho arquitecto elaboró un caro trabajo de explanación, inaugurándose por fin, en el año 1756.
(Autora del texto del artículo: Paloma Castillo Torres)

UN GRAN FORESTAL CON SU CIGÜEÑA SANTUARIO

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17 de mayo de 2017
¡¡Me lo se, lo recuerdo bien..!! Había yo comentado que me escapaba de los escenarios vietnamitas del río Mekong. Pero, ¡¡ah..!!, que dijo un santo, –¿puede que santa..?–, ¡¡la carne es débil..!! Y, no digamos lo breve que son las resoluciones de «huidas» en firme. Lo reconozco, «molan» títulos e intenciones sugestivas de editores de la red. ¡¡Y, este es el caso..!! ¿Paisaje forestal, naturaleza, y cigüeñas a la «vista», del viaje virtual…? ¡¡Probemos, a ver qué..!!  

Tra Su Bosque

Una región plana dominada por la agricultura y campos de arroz, amén de un frondoso bosque. Se siente como que impresionante. ¡¡Árboles altos, la vida silvestre y agua por todas partes..!! Bueno, viaje virtual, como otros muchos a lugares alejados de mi mundo.

Tra Su Bosque

El viaje se convierte en algo realmente especial. Estamos deslizándonos a través de un bosque acuático, a ver cigüeñas. El contraste es repentino, y con la luz del sol filtrándose a través de las ramas a una buena altura, el silencio circundante, y el clamor de las aves, se siente todo como entrados en otro mundo.
La gira aunque virtual, es impresionante. Vimos dos cigüeñas y otras aves grandes, que somos ignorantes para clasificar. El único problema con nuestra visita fue que terminó demasiado pronto. Nos dejaron en el centro del parque, donde tuvimos la oportunidad de conseguir algo de comer y subir a la parte superior de una torre de vigilancia, que nos sitúa por encima del dosel, y proporcionando una mejor vista de los nidos de las cigüeñas. ¡¡Haz un esfuerzo de imaginación y sumérgete en este mundo..!!

Tra Su Bosque

IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. VALENCIA.

La iglesia formaba parte de un conjunto de construcciones que la Compañía de Jesús disponía en este lugar y que era y sigue siendo residencia de padres jesuitas. Este conjunto recibía el nombre de Casa Profesa de la Compañía de Jesús. La iglesia fue construida entre 1595 y 1631 en el lugar elegido por San Francisco de Borja para la fundación de la citada casa, ya que por aquel entonces era General de la Compañía. La casa profesa o dependencias comunitarias fueron construidas entre 1668 y 1669, con lo que el conjunto adquirió su configuración definitiva.
En 1767 por orden del rey Carlos III (1759-1788) los jesuitas son expulsados de España y la Casa Profesa queda vacía al ser incautados sus bienes por el Estado. Los locales son usados para distintos usos a cual más curioso; sin embargo destaca la utilización como Archivo del Reino entre 1810 y 1963.
En 1868 durante la revolución conocida como «La Gloriosa» la iglesia que databa de 1595 y que era de estilo barroco fue demolida, pero en 1885, se construyó este nuevo templo, según planos de Joaquín María Belda Ibáñez. La orden de demolición fue dada por el entonces gobernador de Valencia, José Peris y Valero (* Valencia 1821 † Valencia 1877).
La actual fachada principal de la iglesia es de carácter historicista, está formada por dos cuerpos, el inferior dispone de tres puertas con arcos de medio punto peraltados, la central entre dobles pilastras. Este primer cuerpo sostiene un friso que se remata en un conjunto escultórico decorativo. En el centro de este conjunto encontramos un óvalo con las iniciales JHS y los clavos de la pasión, alusivos a la orden de los jesuitas y por encima un corazón en llamas alusivo a la titularidad de la iglesia. A ambos lados dos figuras de ángeles, el de la izquierda se lleva el índice a la boca pidiendo silencio y lleva además un libro, el de la derecha porta una cruz y con su mano señala el suelo. El cuerpo superior presenta en su centro un rosetón con los radios de metal entre grandes pilastras adosadas estriadas. Remata la fachada un frontón triangular con un óculo en su centro.
La iglesia de planta de cruz latina, dispone de tres naves de tres tramos, cubierta con bóveda de cañón y cúpula en el crucero de planta octogonal apoyada en pechinas decoradas con representaciones de los cuatro evangelistas insertos en medallones. Las naves laterales disponen de dos capillas por lado. En el presbiterio encontramos un gran retablo barroco dorado, sobre un alto zócalo, en cuya hornacina central encontramos una gran imagen de Jesucristo en su advocación del Sagrado Corazón de Jesús. A ambos lados dos lienzos con sendas representaciones de la Pasión y Muerte de Cristo. El presbiterio queda separado de las naves por una barandilla dorada. En los testeros de ambos lados del corto transepto encontramos dos altares de tradición barroca.
A los pies de la iglesia se sitúa el coro alto y en él, el gran órgano que incluso tiene nombre propio (Órgano Cabanilles). Este gran órgano de 12 metros de altura y ocho metros de ancho, cuenta con 5.000 tubos algunos de ellos de 9 metros de alto. Es uno de los más grandes de España y debe su nombre al gran organista de la Catedral de Valencia don Juan Bautista Cabanilles (* Algemesí-Valencia 1644 † Valencia 1712). Fue inaugurado en el año 2002.
Entrando por su única portada situada a los pies encontramos en la nave de la epístola (derecha) las siguientes capillas laterales:
• Capilla de un santo jesuita En un retablo de inspiración barroca, y en el interior de una hornacina encontramos el grupo formado por un padre jesuita que levanta la cruz y arrodillado a sus pies un joven muchacho desnudo de cintura para arriba que puede representar la labor misionera de los jesuitas convirtiendo a los infieles. El retablo es obra del taller de Gaspar y Pérez, realizado a mediados del siglo XX. Sobre la mesa del altar, pequeña escultura de un papa que porta un cáliz mientras alza la Sagrada Forma.
• Capilla del Sagrado Corazón de María En un retablo de inspiración barroca, hallamos en el interior de una hornacina la imagen de la Virgen María en su advocación del Sagrado Corazón. Sobre la mesa del altar, pequeña escultura de un santo portando un cáliz y la Sagrada Forma. Este santo pudiera tratarse de San Francisco de Borja pues encima de su cabeza encontramos lo que parece ser su escudo familiar, a falta del toro en el lado izquierdo del escudo.
Pasamos a la nave del transepto y en el testero de la nave encontramos el
• Altar de San Ignacio de Loyola En el interior de un retablo de inspiración barroca encontramos la imagen deSan Ignacio de Loyola, obra del taller de imaginería de Gaspar y Pérez (mediados siglo XX). En uno de los muros laterales una talla de Cristo Crucificado de gran devoción popular. En los muros laterales de la nave del transepto flanqueando el retablo, dos óleos sobre lienzos con escenas de la vida de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
Continuamos nuestro camino por la nave del evangelio y todavía en el transepto hallamos en su testero:
• Altar de San José En un retablo de inspiración barroca, encontramos en el interior de la hornacina central la imagen de San José con el Niño Jesús en brazos. En la parte baja del retablo y en el interior de una urna de cristal, imagen yacente de la Virgen María.
Seguimos por la nave del evangelio abandonado la nave del transepto
• Capilla de la Inmaculada Concepción En esta capilla encontramos otra de las joyas de la iglesia un gran lienzo, pintado en 1568 por Joan de Joanes representando a la Inmaculada Concepción. Según la leyenda nuestro pintor siguió las indicaciones del jesuita Martín Albero quien en un sueño le indicó la propia Virgen María como quería ser representada. Así en el centro del lienzo vemos a la Inmaculada Concepción de pie sobre el cuarto lunar, y arriba las figuras de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo imponiéndole la corona. A ambos lados diversos atributos: a la izquierda: una puerta, una fuente, la palmera y una ciudad, mientras que a la derecha vemos: una torre, un ciprés, un cedro y un pozo entre otros.
Una lápida en la pared nos cuenta la tradición: L B M / El VP Martín de Alberro de la Compañía de Jesús gran Siervo de Dios. Mvy devoto de la Virgen y favorecido desta soberana. Y DV Señora con muchas apariciones aviendole mandado en vna la hiziera pintar en la forma que se le manifestava para cvmplir el celestial mandato comunicó la idea al famoso pintor Ioannes el qval prevenido con oraciones y sacramentos y missas qve se dixeron a fin de qve saliesse acertado el rostro, pvso mano a la obra qvitando y poniendo advertido del V.P. hasta q la saco conforme al original revelado y es el que se venera en esta santa capilla.

• Capilla de San Francisco de Borja En el interior de una hornacina encontramos la imagen de San Francisco de Borja vestido todavía con ropajes nobles como duque de Gandia. Sobre la mesa del altar, una pequeña escultura de un sacerdote jesuita, tal vez San Ignacio de Loyola pues en sus manos porta un libro con las reglas jesuíticas. Bajo la mesa del altar en el interior de una urna acristalada la escultura yacente del polaco San Estanislao de Kostka (* Polonia 28-10-1550 † Roma 15-08-1568), obra realizada en 1956 en mármol blanco y negro por el escultor José Estellés Achotegui (* Valencia 11-02-1905 † Valencia 10-06-1975).
Abandonamos las capillas laterales y junto a la puerta de la entrada encontramos un altar de corte clásico con una imagen de San Antonio de Padua, en su típica representación llevando en brazos al Niño Jesús. Al otro lado de la puerta un segundo altar de similares características con una imagen femenina acompañada de un niño.
El campanario situado junto a la cabecera es de escasa altura, ello hace que sea difícil de distinguir entre el entramado urbano que rodea la iglesia. El mismo construido al igual que la iglesia en 1886 está formado por tres cuerpos de diferente altura (el central muy alargado). El cuerpo de campanas realizado en ladrillo, dispone de un vano por lado, cada uno de ellos flanqueado por cuatro pilastras adosadas de orden corintio. Se corona por una pequeña cúpula cubierta con teja vidriada.
Dispone de cuatro campanas: la más antigua es la conocida como campana de misa y está fechada en 1697, las tres restantes son del año 1950 y llevan por nombre San Ignacio de Loyola, San José y María Inmaculada.
Junto a la Iglesia se encuentran las actuales dependencias jesuíticas realizadas en los años 70 del siglo XX y que albergan la Residencia del Sagrado Corazón de Jesús y la Curia Provincial de los Jesuitas. Las antiguas dependencias ya en avanzado estado de abandono y deterioro fueron demolidas, quedando solo algunos pocos elementos de la antigua construcción.

ARCHIVO DEL REINO DE VALENCIA

El Archivo del Reino de Valencia se compone de dos realidades distintas muy diferentes. Por una parte el propio edificio y por otra parte y esta es la más importante, el contenido que el edificio alberga, ya que en él se guarda la memoria histórica del antiguo Reino de Valencia; desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII en que bajo el reinado de Felipe V desaparecieron los derechos forales. Pero aún hay más, porque desde esta fecha y hasta el siglo XX se han ido incorporando documentos relativos a la vida de los valencianos. Encontramos pues en este archivo documentos que abarcan desde el siglo XIII hasta el siglo XX.
El edificio actual es un inmueble construido ex-profeso para archivo, fue realizado entre 1962 y 1965 por el arquitecto valenciano Juan Segura del Lago. Basicamente se compone de dos estructuras prismáticas de caracter funcional. Un cuerpo desarrollado en segundo plano alberga los fondos depositados, se trata de una estructura de once pisos, especialmente diseñada para mantener la documentación y los manuscritos en condiciones optimas de conservación. Por delante de este, otra estructura mucho mas pequeña, alberga las oficinas y todos los servicios auxiliares que se precisan para la conservación, tratamiento y utilización de los manuscritos y documentos allí depositados. Entre los años 2001 y 2004 el edificio sufrió una importante adecuación para mejorar las condiciones de conservación de esta autentica memoria histórica de Valencia.
La creación del Archivo del Reino de Valencia, fue obra del rey de Aragón Alfonso V el Magnanimo, quien en 1419 acordó la creación de este organismo para recoger y albergar toda la documentación propia del Reino de Valencia.
En 1318 el rey de Aragón Jaime II el Justo crea el Archivo Real encargado de la custodia de los documentos de la Corona de Aragón. Este Archivo Real tendría su sede en la ciudad de Barcelona.
En el siglo XV debido a un proceso de territorialidad de la Corona de Aragón, los distintos reinos que forman la Corona, van adquiriendo una acusada personalidad propia, asi en el Reino de Valencia vemos la consolidación de la Generalitat Valenciana como institución permanente de las Cortes, y la creación en 1419 del cargo de «Mestre Racional» para el Reino de Valencia, como dos hechos de afirmación de la identidad foral valenciana y su identidad histórica.
Este proceso de territorialidad es lo que llevó a Alfonso el Magnanimo en 1419 a la creación del Archivo Real de Valencia, que tendría su sede en el Palacio del Real de Valencia. Dispuso que los procesos de Cortes, los procesos de la Audiencia Real y la documentación de la Cancilleria Real, referente al Reino de Valencia se custodiaran en el Palacio del Real. Además dió orden que se hiciesen copias de aquellos documentos que relativos al Reino de Valencia estuvieran distribuidos por otros Archivos Reales y se incorporaran al nuevo Archivo Real de Valencia.
Esta última orden fue dificil de cumplir, así en las Cortes de Monzón de 1542 los diputados valencianos denunciaban ante el rey que la citada medida no se cumplia. El rey Felipe II en disposiciones de 1570 y 1571 reiteraba que los documentos del Reino de Valencia depositados en otros archivos debían trasladarse al Archivo del Real de Valencia, disposiciones que nunca se llevarían a efecto o en el mejor de los casos sólo parcialmente.
Finalizada la Guerra de Sucesión a la Corona de España y con la supresión de los fueros, Felipe V de Borbón ordenó la unificación de todos los archivos en uno sólo conocido como Archivo General, aunque esta orden no se llegaría a cumplir hasta finalizada la Guerra de la Independencia.
La antigua casa profesa de los jesuitas, hoy desaparecida, se encontraba entre las calles Angosta de la Compañia y la Purisima, practicamente junto al lugar donde hoy se levanta la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (Casa de los Jesuitas) levantada en 1886 y continuadora de la tradición jesuita valenciana. 
En 1963 abandonó su antiguo emplazamiento en la Casa de los Jesuitas, para ser trasladados a su nueva y definitiva sede construida en la Alameda y que adoptaría el titulo de Archivo del Reino de Valencia.
Entre los numerosos documentos que podemos encontrar podemos citar: el decreto de Nueva Planta firmado por el rey Felipe V, el testamento de Ausias March (1458), planos del Palacio del Real de Valencia y el más antiguo de todos, un pergamino árabe fechado en 1222 sobre un pleito sobre aguas interpuesto por la población de Torres-Torres.
En la actualidad, entre los fondos documentales que atesora esta institución encontramos los siguientes Archivos: Real Cancilleria (con fondos entre 1419 y 1707), Mestre Racional (entre 1355 y 1707), Real Audiencia (entre 1349 y 1835), Gobernación (entre 1346 y 1707), Bailía General e Intendencia (entre 1302 y 1872), Generalitat (entre 1403 y 1708), Justicias de Valencia (entre 1729 y 1848), Eclesiasticos (entre 1245 y 1851), y Registros Notariales (entre 1285 y 1897) entre otros, además de gran número de planos y material diverso.

EL «CASTILLO» DE JAVIER. NAVARRA

El castillo de Javier es una increíble fortaleza de origen románico situada en el término municipal homónimo, muy cerca de Sangüesa, a unos 50 km. de Pamplona. En la década de los 60 del siglo XX la villa de Javier, que nació al abrigo del castillo, se trasladó a un nuevo emplazamiento, muy cerca de la fortaleza, por lo que en la actualidad en el entorno sólo se encuentra la construcción medieval, la nueva basílica, el colegio de los Jesuitas y las construcciones aledañas.

Introducción

Castillo de Javier, Navarra
Es un edificio muy popular entre los navarros debido a la «Javierada». Se trata de una peregrinación que se realiza desde diferentes pueblos de la Comunidad Autónoma en la primera quincena del mes de marzo en honor san Francisco Javier, copatrón de Navarra junto a san Fermín de Amiens, que nació allí en el año 1506. En la actualidad el castillo se encuentra protegido bajo la declaración de Bien de Interés Cultural (1994).Fachada de la basílica del castillo de Javier

Historia

El origen de la fortaleza es incierto. La construcción más antigua es la torre del Homenaje, también conocida como Torre de San Miguel, que debió erigirse en los siglos X u XI.A la muerte de Alfonso I de Aragón (1104-1134), tras la separación de los reinos de Navarra y Aragón, la torre resultó encontrarse en un lugar estratégico, en la frontera con Navarra.En el año 1217 el noble Ladrón Periz empeñó la villa y el castillo como garantía de un préstamo que le había hecho Sancho VII de Navarra (1194-1234). Al no poder devolverlo, el rey ganó el edificio en el año 1223, pasando a ser un bastión defensivo de los navarros.Tras la muerte de Sancho VII, su sucesor Teobaldo I (1234-1253) encomendó de por vida el castillo al noble Adán de Sada en el año 1236, que lo cedió a su vez a un familiar, Martin Aznárez de Sada, a cambio de otros territorios. Esta familia continúo ocupando el castillo hasta su extinción, ya a finales del siglo XV, y en él prestaron homenaje a los reyes de Navarra Felipe III (1306 – 1343) y Juana II (1328-1349).Imponente aspecto del castillo de Javier desde el sur
A finales del XV, tras la conquista del reino, el castillo era propiedad de Juan de Jasso Atondo, Presidente del Consejo Real de Navarra, y de María de Azpilicueta. Fruto de este matrimonio nació Francés de Jasso, más conocido como san Francisco Javier, uno de los siete fundadores de la Compañía de Jesús, propietarios actuales del castillo.EL gran protagonista del castillo de Javier es el santo: San Francisco Javier
Tras la conquista de Navarra (1512) por las tropas de Fernando el Católico (1479-1516) la familia de Juan de Jaso se convirtió en una de las defensoras de la independencia del reino. Por este motivo el castillo se convirtió en el flanco de las iras del cardenal Cisneros, que en el año 1516 ordenaba su destrucción.Afortunadamente el duque de Nájera, encargado de ejecutar las ordenes de Cisneros, sólo derribó las murallas, cegó los fosos y desmochó dos torreones, además de la torre del Homenaje, que quizás fue la parte del edificio que más sufrió, dado que según narran las crónicas contemporáneas, su altura se vio reducida a la mitad.Parte del castillo tras su restauración
Posteriormente el castillo perdió por completo su carácter defensivo, y se mantuvo como palacio de armería a lo largo de todo el siglo XVII realizándose diversas intervenciones en todo el complejo. En el XVIII quedó deshabitado y el paso del tiempo estuvo a punto de hacerlo desaparecer.A lo largo de toda la Edad Moderna la villa de Javier acumuló diferentes títulos nobiliarios, vinculándose finalmente con la casa de Villahermosa. Por fin en el año 1889 su propietaria, Carmen de Aragón-Azlor, duquesa de Villahermosa y José Manuel de Goyeneche, conde de Guaquim, donaron el edificio a la Compañía de Jesús, que vio satisfecha de esta forma sus anhelos históricos, ya que desde el siglo XVII se habían venido realizado intentos para dotar de una vida espiritual el recinto en el que había nacido el santo.
El castillo de Javier es un auténtico museo de obras de arte sacro
En estas mismas fechas se inició una campaña de restauración a cargo de Ángel Goicoechea, que modificó en exceso el edificio medieval. Este arquitecto se había formado en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde coincidió con artistas como Antonio Palacios o Joaquín Otamendi. A comienzos del siglo XX ya se habían levantado la residencia de misioneros, la hospedería, la basílica y los colegios de jesuitas y siervas de María.En el año 1952 se realizó otra restauración, mucho menos agresiva que la de Ángel Goicoechea, que se llevó a cabo por parte del jesuita José María Recondo, y que se precedió de una campaña arqueológica. Estas obras devolvieron en parte, el antiguo esplendor medieval de la construcción, y, además, permitieron recuperar dos de los accesos exteriores y el foso, tal y como se puede ver en la actualidad.Aparcamiento del castillo
En la actualidad el castillo de Javier es un portentoso monumento en honor de este insigne misionero conocido como San Francisco Javier.Maqueta del castillo de Javier en su aspecto medieval
Biografía de San Francisco Javier (copatrón de Navarra con San Fermín de Amiens)Francisco nació en 1506 en el castillo de su noble familia. Sus padres fueron Juan de Jasso, presidente del Real Consejo de Navarra y María de Azpilicueta y Aznárez, titular del señorío de Javier.Fue a estudiar a la Universidad de París donde conoció a San Ignacio de Loyola que intentó persuadirle de su carrera de poder y fama predicándole continuamente con la frase de Jesús:
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?
Junto con el propio San Ignacio, Javier participó en la fundación de la Compañía de Jesús y llegó a visitar al papa.
San Francisco Javier, nacido en esta fortificación navarra fue uno de los grandes evangelizadores de Asia
Juan III de Portugal solicitó misioneros para evangelizar sus posesiones en las Indias Orientales, encomendando la tarea a Francisco Javier, (Con el título de legado pontificio para todas las tierras situadas al este del Cabo de Buena Esperanza).
Cuador de una de las predicaciones de San Francisco Javier
Francisco Javier dedicó varios años a la evangelización de la costa india, incluyendo la isla de Ceilán. En 1549 viajó al sur de Japón. Su siguiente objetivo fue China y viajó al final de su vida a la isla de Sancián (muy cerca de Macao, Cantón y Hong Kong) donde murió.
Finalmente fue canonizado en 1622 junto a San Ignacio de Loyola y otros santos.
Configuración original del castillo y guía del monumento
A finales del siglo XI o comienzos del XII la torre del Homenaje, que hasta entonces había sido una simple torre exenta con una función de atalaya, se rodeó de una pequeña muralla semicircular. A lo largo del XIII se fueron construyendo varios edificios a su alrededor configurando la fortaleza, al abrigo de la villa de Javier.
Bandera de la familia ondeando en la torre de San Miguel
Por desgracia, las modificaciones que se han realizado posteriormente a lo largo de los siglos dificultan enormemente el estudio de la cronología de los diferentes edificios.
Detrás de la torre del Homenaje se encontraba una amplia explanada, que hacía las veces de patio de armas, en torno al cuál se situaban las caballerizas, las bodegas, los graneros y las estancias de servicios. Al sur de esta torre, en la parte delantera, se encontraba otro patio, flanqueado en el oeste por la torre de del Santo Cristo y las salas residenciales, que se localizaban en el lugar que hoy ocupa la basílica. Todo esto complejo fue el núcleo del castillo durante los siglos XIII y XIV. En el XV se construyó la torre de Undués, en el extremo oriental del patio delantero, y se reformó por completo la zona residencial, construyéndose el Palacio Nuevo, donde seguramente nació san Francisco Javier.
La torre del Homenaje o de San Miguel
La construcción más remota es, como ya se ha dicho, la torre del Homenaje. Se ha dicho que su base es también la construcción militar más antigua de toda Navarra, aunque las modificaciones que se han realizado a lo largo de los siglos dificultan su estudio.
Torre del Homenaje o de San Miguel, origen del castillo
En un principio fue una simple atalaya del reino navarro-aragonés, para la vigilancia de la frontera ante los eventuales ataques del ejército de Almanzor. Se trata de una construcción de planta cuadrangular, rematada en almenas, cuya estructura interna también se ha modificado en exceso. Debido a su altura, sobresale del resto del conjunto con unas formas elegantes y esbeltas, dotando de personalidad a todo el castillo.
Costado norte de la torre de San Miguel
Desde lo alto de esta torre el visitante puede apreciar una amplia llanura que evidencia la situación estratégica en la que se encuentra la fortaleza.
Vistas desde la terraza de la Torre de San Miguel
La capilla de San Miguel
Se trata de una capilla de planta cuadrangular cerrada en arco, que se encuentra a los pies de la torre del Homenaje. Las crónicas del siglo XVI describen escudos heráldicos esculpidos en piedra en sus muros, de los que nada se ha conservado. Su interior resulta un tanto oscuro, debido a la escasa iluminación natural, ya que tan sólo hay dos estrechas ventanas saeteras en los muros meridional y oriental y una, más estrecha, en la parte superior.
Espacio de la Capilla de San Miguel
El cuarto del Santo
El cuarto del Santo se sitúa junto a la torre del Homenaje y la capilla de San Miguel. La tradición dice que esta es la sala en donde vivió san Francisco Javier durante los años que permaneció en el castillo.
El cuarto del Santo
La torre y capilla del Santo Cristo
La torre del Santo Cristo, levantada en torno al siglo XIII, es planta semicircular, y se sitúa en el costado sudoccidental del castillo.
La torre del Santo Cristo
Alberga en su interior la capilla del mismo nombre. En un principio este oratorio ocupaba el piso inferior de la torre, pero tras la muerte de san Francisco Javier, los peregrinos que empezaron a acudir cada vez en número mayor al lugar obligaron a ampliarla, por lo que se ocupó también la parte superior dando lugar a una torre-capilla.
El Santo Cristo. Talla del siglo XV
En el interior se encuentra una talla tardogótica de un Crucificado realizada en madera de nogal. Una tradición recogida en los Anales de Moret dice que cuando san Francisco Javier se encontraba al final de sus días como misionero en Oriente, el Cristo sudó sangre y desde entonces, se le atribuye un carácter milagroso. También se le conoce como el Cristo de la Sonrisa por los gestos de su boca y de sus ojos.
Detalle del Santo Cristo
En las paredes se puede ver también unas impresionantes pinturas murales, con ocho esqueletos sobre fondo negro que bailan una macabra representación de la danza de la muerte.
Escenas pintadas de la llamada "Danza de la Muerte"
La torre de Undués
La torre de Undués, situada en el costado oriental del castillo, se encuentra orientada hacia la frontera con el reino de Aragón. Es una construcción de unos 15 metros de altura, de planta pentagonal, rodeada de un baluarte y rematada en almenas. Se construyó en el siglo XV aunque el paramento exterior se rehízo casi por completo en las restauraciones del siglo XX. Los niveles que presenta en el interior tampoco son los originales, pues durante el siglo XVII la parte inferior de la estructura se utilizó como caballerizas.
La torre de Undués, en primer plano
El museo
Una de las plantas del museo
El actual museo tiene tres plantas y en ellas sepueden contemplar dioramas sobre la vida y predicación de San Francisco Javier en Asia, así como numerosas obras de arte sacro, aquí inluyendo importantes piezas de marfil de los siglos XVI y XVII así como kakemonos.
Talla de marfil representando a la Virgen María
La basílica nueva
La Basílica se construyó sobre el terreno del conocido como Palacio Nuevo, lugar en el que nació San Francisco Javier y que a finales del siglo XIX se encontraba completamente arruinado. Entre 1896, fecha en la que el edificio se cedió a la Compañía de Jesús, y 1901, el arquitecto Ángel Goicoechea construyó la basílica en un estilo ecléctico, mezcla de elementos neorrománicos, neogóticos y neobizantinos.
Interior de la basílica
Bajo la basílica construyó una cripta para el enterramiento de los duques de Villahermosa.
(Autor del texto: Víctor López Lorente)

MUSEO PROVINCIAL DE HUESCA.

Ahíto ya de tanto paisaje vietnamita, de tanta barcaza del Mekóng, de tanto paisaje extraño, sin pinta de historia de nuestros caudales, ya era hora de volver a disfrutar de otras «historias», las de nuestras cercanías. Y, recomendado por un buen amigo de mis «leyendas», vuelvo ojos y mente inquieta e inquisitiva sobre otros registros mas cercanos. ¡¡Vele ahí, aquí, este ejemplo que me entretuvo las primeras horas de este domingo de transiciones, también, entre primavera y verano..!! Míralo despacio, si quieres, que no es muestrario vano. Me digo.  
Historia del museo
El Museo Provincia de Huesca (o Museo de Huesca) abrió sus puertas a mediados del siglo XIX, gracias al apoyo de la Comisión Provincial de Monumentos de Huesca, que llevaba un tiempo buscando un espacio adecuado para exponer las obras de arte procedentes de las desamortizaciones. En un principio los cuadros se expusieron en el Colegio Mayor de Santiago de la Compañía de Jesús, donde permanecieron almacenados hasta que el 29 de junio de 1873 se inauguró de forma oficial la institución, denominada por aquel entonces Museo Artístico y Arqueológico de Huesca. La apertura fue una iniciativa del erudito oscense Valentín Carderera, que asumió su dirección y además, amplió sus fondos con la donación de una parte de sus pinturas y de su colección privada
.Museo Provincial de Huesca
Unos años más tarde, en 1879, consiguió que el Ministerio de Fomento autorizase el depósito de trece pinturas del antiguo Museo de la Trinidad (cuya colección en la actualidad pertenece a los fondos del Museo del Prado), creando un acuerdo entre las dos instituciones que se ha ido renovando con el paso de los años, y que se mantiene en la actualidad
Son destacables las colecciones de arte ibérico y romano
Fue precisamente este convenio lo que motivó que en el año 1918 el Estado reclamase la titularidad pública del Museo, que se materializó con una disposición del Ministerio de Instrucción Pública por medio de la cuál se entregó su gestión. En la actualidad, continúa siendo una institución estatal, aunque su gestión se ha traspasado a la comunidad autónoma de Aragón; y sus colecciones han aumentado considerablemente, debido a las excavaciones arqueológicas, la compra y la donación de obras, y los depósitos temporales.Mosaicos paleocristianos
En el año 1968 la sede del Museo se trasladó a su ubicación actual, en el antiguo edificio de la Universidad Sertoriana, en la que había estudiado Valentín Carderera, y el edificio anejo del Palacio de los Reyes de Aragón.La sede del MuseoEl palacio de los Reyes de Aragón, que en la actualidad reserva tres de sus salas para exposiciones temporales y espacios multiusos, es un imponente edificio románico, realizado a finales del siglo XII y comienzos del XIII.El otro edificio que configura el Museo es la antigua Universidad Sertoriana, justo al lado del palacio, realizado a finales del siglo XVII según el proyecto de Francisco Antonio de Artiga. Se trata de una interesante construcción barroca de planta octogonal, cuyo proyecto original era mucho más ambicioso, tal y como puede verse en un grabado expuesto en el interior del Museo.La antigua Universidad se había suprimido en el año 1845 y, desde entonces el edificio había albergado sucesivamente un instituto de educación secundaria, un cuartel, un almacén e incluso una cárcel, hasta que por fin, en el año 1968, volvió a recuperar el esplendor de tiempos pasados. Sus ocho salas albergan la colección permanente, dividida en una sección de arqueología y otra de bellas artes, haciendo honor a la configuración inicial del Museo creado por Carderera. De todas ellas vamos a centrar nuestra atención en la salas 3 y 4 de la sección de arqueología, dedicadas a la época ibérica, romana, y altomedieval.Una de la salas del Museo Provincial de Huesca
La época ibéricaTras las dos primeras salas, dedicadas a la arqueología prehistórica del alto Aragón, el visitante se adentra en las piezas de los pueblos iberos, que abarcan una cronología variable, desde el 350 a.C. hasta el 50 a.C., cuando los romanos invadieron la Península Ibérica. En las vitrinas de esta sala puede verse una importante colección de objetos de cerámica y bronce, esculturas, monedas, y urnas cinerarias.Relieve ibérico con caballos e inscripción, procedente de  Tamarite de Litera
La cerámica de la civilización íbera alcanza unas cotas de calidad extraordinaria, debido al desarrollo del torno. Muchas de las piezas fueron además adornadas con pinturas que representan motivos geométricos o vegetales, entre las cuáles destacan las piezas procedentes de la comarca de La Litera, procedentes de los poblados de la Vispesa y de Olriols. En otras vitrinas pueden verse piezas de hierro pertenecientes a la vida cotidiana, que proceden en su mayoría del yacimiento de Castilsabás, y que demuestran la importancia y el desarrollo que llegó a alcanzar este material en época íbera, cuando se convirtió en un perfecto sustituto del bronce, mucho menos resistente.Las piezas más destacadas se encuentran en las vitrinas que muestran esculturas realizadas en piedra. Entre ellas, destaca la Estela de Binéfar, procedente de La Vispesa, en Tamarite de Litera, y las estatuas de Albelda, del yacimiento de Els Castellassos.Monumento esculórico ibérico de La Vispesa (Tamarite de Litera)
La Estela de Binéfar procede, seguramente, de algún monumento funerario. Se trata de una pilastra, a la que le falta uno de sus lados, decorada con molduras y, en el costado principal, los relieves de dos manos, una especie de escudo y una lanza, un grifo, y algunos restos de luchadores, rodeados por una inscripción, cuya traducción no se conoce con seguridad, debido a que no se tiene la certeza del significado de muchos de los vocablos del idioma ibero.Las figuras sedentes de la Albelda son esculturas de carácter femenino, realizadas en terracota, cuya función debía estar relacionada con alguna ceremonia religiosa o litúrgica.La romanización del alto AragónEn la misma sala pueden observarse también algunas piezas interesantes del pasado romano de Huesca, una de las zonas de la Península Ibérica que de forma más temprana adoptó esta nueva civilización. Entre las piezas expuestas destaca una importante colección de cerámicas y objetos cotidianos, como juguetes, utensilios de aseo, anillos y sortijas, y diversas piezas epigráficas.Brazo de estaua colosal. Época romana
La joya de la corona de las colecciones de arte romano es la lauda sepulcral de Rufo, procedente de Coscojuela de Fantova, y fechada en la segunda mitad del siglo IV. Representa a Rufo, el personaje en honor al cual se realizó la lauda, con una túnica y ambos brazos elevados a la altura de sus hombros, en una actitud de oración. Bajo sus pies hay dos palomas y dos círculos. La mitad superior está ocupada por una inscripción en latín, con un crismón en la parte inferior, en la que puede leerse:
«Rvfo dvlcis simo a conivgi svo Viveni ivs sepvlcrv madornavit»

Que podría traducirse como:

«Para Rufo, su dulcísima esposa Vivencio adornó el sepulcro».
Lauda sepulcral de Rufo
También deben destacarse las diferentes piezas escultóricas realizadas en mármol y terracota, como la fuente del delfín y el torso de mujer, procedente de Villa Fortunatus, y datadas las dos en el siglo IV. La fuente representa un delfín, que emanaría agua por su boca, sobre el que cabalgaría otra figura, quizás Neptuno, de
la que sólo se han conservado los pies
.Eros sobre delfín
El torso de mujer se ha considerado un retrato, aunque quizás fuese una representación de una deidad, recostada sobre un triclinium. En cualquier caso, resulta imposible saber su identidad, debido al estado fragmentario de la pieza. Seguramente fuese realizada con una intención funeraria.Cebeza de Hermes, Huesca
La alta Edad MediaEn la sala 4 pueden verse diferentes piezas procedentes de las épocas visigoda, islámica y la reconquista cristiana.Época visigodaEn la zona del Alto Aragón los visigodos se mezclaron con la población romana, y nunca se llegó a abandonar el latín, subsistiendo también algunas instituciones, aunque durante esta época la ciudad de Huesca sufrió una disminución demográfica, y los núcleos rurales aumentaron su población.
De esta época pueden verse en el Museo una pequeña columna y un capitel que proceden de Coscojuela de Fontova, así como algunas piezas cerámicas. La colección se completa con objetos pertenecientes a la cotidianeidad, como broches de cinturón, fíbulas, y anillos. Una de las piezas más sobresalientes es el pendiente de Ibieca, realizado en oro, y procedente de Fuentes de Aquillán (la Hoya). Se trata de una joya compuesta por un aro de oro con una bola, con decoración repujada y piedras preciosas insertadas,
configurando una pieza de gran virtuosismo.
Época hispanomusulmanaDel periodo hispanomusulmán, que en el alto Aragón ocupa una cronología que va desde el 718 hasta el 1149, el Museo alberga una pieza de primer orden. Se trata de uno de los escasos textiles islámicos conservados en la Península Ibérica. Es un tiraz, seguramente realizado para conmemorar una batalla, realizado en el siglo XI. Se ha conservado casi de forma milagrosa, debido a que fue utilizado para envolver un relicario en la ermita de Colls, en la localidad de Puente de Montañana.tejido hispano-musulmán , pieza importante de este museo
Es un tejido de seda, de color verde parduzco, decorado con tres franjas horizontales, las extremas con epigrafía árabe de carácter cúfico, y la central con una policromía formada por cinco rombos decorados en su interior con elementos geométricos. El del extremo izquierdo muestra un ave con la cabeza girada.Detalle de este tejido
Además de esta pieza, se conservan también diferentes cerámicas, tales como tinajas, jarras, cántaros, así como instrumentos de cocina y vajillas. En ellas puede verse un amplio muestrario de las técnicas más comunes utilizadas en la cerámica hispanomusulmana, como la cuerda seca o el reflejo metálico.Vajilla andalusí
Uno de los objetos cerámicos más destacadas es el ataifor del felino, debido a que se trata de una pieza con un virtuosismo excepcional en toda la zona del alto Aragón. Está fechada a finales del siglo X o principios del XI, y procede de una excavación practicada en la iglesia de San Juan de Barbastro.Cerámica hispanomusulmana
Se trata de un plato de cerámica naranja, con la iconografía de un felino en verde y manganeso en su interior. Estos animales están muy presentes en la cerámica andalusí, y se han relacionado con el poder y la autoridad, aunque otros autores indican que su presencia es meramente decorativa. Hay quien afirma que este tipo de decoración procede de Madinat al-Zahra.Plato de cerámica
En esta sala también puede verse un enterramiento infantil. El bebé, que cuando se encontró se encontraba en posición fetal y orientado perfectamente hacia La Meca, se halló bajo el suelo de una casa, en el yacimiento de Zafranales.La etapa musulmana en el museo se cierra con la exposición de algunas armas, candiles, y piezas con epigrafía.Periodo medieval de dominio cristianoEn la sala 4 también se exponen algunas vitrinas, en donde se encuentran piezas procedentes del periodo de la reconquista. A partir del 1044 Ramiro I unificó los condados de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón, que habían surgido en el siglo IX gracias a la ayuda del imperio carolingio, dando lugar a la creación del Reino de Aragón, cuya capital se establecería en Jaca, extendiendo, de forma paulatina, el poder cristiano por toda la zona hasta mediados del siglo XII.En el Museo hay algunas piezas de esta época que resultan interesantes, como el Cristo de Azlor. Se trata de una imagen de un crucificado de bronce, al que le falta la cruz, de apenas 22 cm. de altura. Su rostro, ligeramente ovalado, tiene unos ojos de gran tamaño, que muestran una gran expresividad.Cristo románico de bronce
Puede también verse también una Virgen sedente con el Niño sobre sus rodillas, realizada en el siglo XII en madera policromada, procedentes de la iglesia de Santiago de Agüero. Es una talla extraordinariamente delicada, trabajada con un gran virtuosismo y que aporta la singularidad de que María sujeta con su mano izquierda a su Hijo por las piernas.
También hay otra Virgen, ya del siglo XIII y de rasgos más góticos procedente de Santa María in Foris de
Huesca.
.irgen de Santa María in Foris de Huesca
En la misma sala se encuentra el conocido como sarcófago de la infanta, que procede del panteón real de Santa Cruz de la Serós (Jaca), y se ha fechado a finales del siglo XI. Se desconoce el nombre de la persona para la que fue realizado, aunque sin duda se trataría de una niña, debido a su pequeño tamaño, aunque otros autores han sugerido que en realidad podría tratarse de un osario.Sarcófago de Infanta de comienzos del siglo XII procedente de Santa Cruz de la Serós
También se conserva un tímpano de piedra procedente de una puerta donde aparece Cristo en Majestad en una mandorla que llevan dos ángeles y debajo la representación de la Adoración de los Reyes Magos.Tímpano románico
Además hay una lapida funeraria con una iscripción alusiva al diácono Juan de Jaca.Lápida funeraria del siglo XII
También se exponen las maquetas de dos edificios característicos del románico aragonés, San Juan Bautista de Busa, y San Caprasio, en Santa Cruz de la Serós. La primera es una construcción de la segunda mitad del siglo XI, localizada en el valle del Gallego, y que se caracteriza por una nave única rematada en ábside
semicircular
.Maqueta de San Juan Bautista de Busa
La maqueta de San Caprasio, representa a escala este edificio, construido en los primeros años del siglo XI, que ejemplifica muy bien las características del románico lombardo en Aragón.Maqueta de San Caprasio. Santa Cruz de la Serós
Por último, la sala finaliza con una vitrina dedicada a la vida cotidiana en la alta Edad Media. En ella pueden verse instrumentos de cocina, vajillas, armas, y monedas.También encontramos y un tímpano de madera que representa la Resurrección de Lázaro. Es obra de Gil de Brabante realizada alrededor del año 1500 y que perteneció al Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza, San Lorenzo y San Vicente de Huesca.Tímpano de madera que representa la Resurrección de Lázaro
El recorrido expositivo se completa con otras cuatro salas, dedicadas a las bellas artes, y en donde pueden verse algunos ejemplos muy interesantes de retablos flamencos y lienzos renacentistas. Destacan las litografías de los Toros de Burdeos y el retrato de Antonio Velán y Monteagudo de Francisco de Goya, así como las obras de Valentín Carderera que el mismo autor cedió al Museo.Sala dedicada a la pintura gótica y renacentista

Autores del texto del artículo:
Víctor López Lorente y David de la Garma